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Treinta años de arteba: doblando la apuesta

La feria de arte más importante de la región vuelve a la presencialidad, sin dejar de lado lo aprendido durante la pandemia


En un año en el que la frase “la vuelta a” se hizo presente en todo el espectro del campo artístico, arteba no se quedó atrás. No solamente volvió a ofrecer una propuesta presencial en la Ciudad de Buenos Aires, sino también se situó en un nuevo espacio, abriendo un nuevo abanico de posibilidades.


El espacio elegido fue el Arenas Studios, en el barrio de La Boca, un complejo de locaciones utilizado en la producción de eventos y producciones cinematográficas, televisivas y fotográficas. La configuración espacial de este complejo fue aprovechada de una manera bastante interesante, dándole al público la chance de explorar opciones marcadamente diferentes en función de a dónde se dirigieran. Los pabellones Arenas I y II concentraron a las galerías ya establecidas en el mercado regional -Rolf, Barro, Nora Fisch, Ruth Benzacar, etc.-, mientras que el Arenas III abrió el juego a nuevas galerías en crecimiento, destacándose entre ellas espacios de Córdoba como The White Lodge, y Crudo, de Rosario. Finalmente, el Factor Studio dio lugar a proyectos emergentes y nuevas producciones, otorgándole a este espacio en particular un aura experimental y ciertamente distintiva a la hora de recorrerlo, priorizando la presencia de instalaciones y obras que invitaban a la participación del público.

Gentileza Fundación arteba

Por otro lado, el 2020 le dio a la feria la inesperada posibilidad de explorar las opciones de la virtualidad a través de su edición online, que fue llevada a cabo principalmente desde el sitio web de Artsy. Esto generó la oportunidad de promocionar el trabajo de artistas y galerías locales en un momento crítico, no solo para el arte contemporáneo en particular, sino para cualquier tipo de expresión artística en general. En esta línea, el renovado espacio virtual de la feria le da al público la oportunidad de acceder a las galerías participantes hasta el 20 de noviembre, además de alojar la presencia virtual de galerías adicionales.


Este acercamiento híbrido, entre lo presencial y lo virtual, entre la presencia de propuestas tradicionales para el funcionamiento de la feria como también lugares para la experimentación, presentaron un panorama mayormente positivo, en oposición a una realidad externa que pudiera quizás estar telegrafiando lo contrario. Es innegable que la(s) crisis que se viven tanto en el país como a nivel mundial conforman un contexto en el cual a veces puede hacerse difícil encontrar el valor del arte, su difusión y su comercialización, pero en esta yuxtaposición de realidades, arteba se presentó como un oasis en el medio del desierto, reportando entradas agotadas y ventas récord para algunas de las galerías presentes.


Es, definitivamente, un recorte de la realidad. Y uno bastante sesgado, pero han sido casi dos años marcados de incertidumbre, conversatorios virtuales con artistas, curadorxs y demás, Zooms hasta donde diera la vista (literalmente), y de tener que tomarse a Instagram en serio a la hora de promocionar cualquier tipo de difusión artística. En este recorte, la trigésima edición de arteba presenta un horizonte posible sobre el futuro del mercado del arte local y regional sobre el cual proyectar propuestas, espacios y alternativas, quizás más dinámicas, quizás menos restrictivas.


Gentileza Fundación arteba
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