Sobre la exhibición de Martina Servio
El espacio uno+uno en la Ciudad de Buenos Aires, abrió sus puertas el pasado 24 de noviembre para inaugurar la primera exposición individual de la artista visual Martina Servio. Con la curaduría de Agustina Rinaldi, “Lo efímero de las cosas”, exhibe gran cantidad de obra de diferentes lenguajes, que se emparentan por una misma búsqueda: la expansión infinita de las formas y la escapatoria al sentido único.
Formas orgánicas parecieran diluirse en movimientos interminables. Rojos intensos y trazos evanescentes flotan en papeles pequeños, al igual que en pinturas gigantes. Se encuentran dentro de una atmósfera completamente diferente a la nuestra, sin tiempo, ni espacio que los sitúe específicamente, como si sólo fueran producto de la imaginación o la exploración matérica.
Estos motivos, recurrentes en algrafías, pinturas, cerámicas, video performances y un libro de artista tienen un claro verosímil; e incluso, recuerdan búsquedas artísticas de otros tiempos: porque son imágenes reconocibles a simple vista, que en sus deformaciones y usos de la materia (color, trazo, textura, composición) traen en un susurro a la nueva figuración argentina. Lo más interesante aquí es que, a su vez, buscan escabullirse de todo esto.
Son cuerpos mutantes, preñados, despersonalizados, incompletos, reversionados, que por la violencia de los colores, en algunos casos, parecen ser el reflejo de una pesadilla. Esas que te paralizan, por días, o meses. Quizás, puede ser difícil comprender o expresar con palabras lo que esa imagen representa. El gesto ritual de repetición, de Martina Servio, probablemente sea la búsqueda o la sugerencia de una respuesta que se explaya en el transcurrir del tiempo.
Luego de haber perdido casi toda su obra a causa de los recientes incendios en Córdoba, la artista se sumergió en un proceso de ocho meses de arduo trabajo colaborativo junto con la curadora; quien acompañó a Martina desde el comienzo. Este período de gestación implicó introducirse en un juego de creación voraz de las piezas que hoy forman parte del recorrido. De fluir con las materias, el propio cuerpo y el espacio de taller. En otras palabras, luego del desastre, la muestra no solo significa una instancia de abrir a la gente y mostrar su producción, sino un camino de reconstrucción artística para Servio.
Según el texto curatorial: “La incesante búsqueda del “yo” mediante el hacer, la reproducción como huella del paso del tiempo, el salto de lo macro a lo micro (y viceversa) [...]”. Y, me atrevo a sumar: “Este juego que sólo está en el pensamiento, y que no tiene otro resultado sino la obra de arte, es también lo que hace que el pensamiento y el arte sean reales y trastornen la realidad, la moralidad y la economía del mundo.” Deleuze (1969)
La constelación de obras que aparecen en la muestra se articula a partir de su libro de artista recientemente publicado: “La búsqueda del infinito por los esclavos de la frustración”. Allí se encuentran imágenes de obra que acompañan diferentes textos escritos por la misma artista, en diferentes situaciones y tiempos, reunidos de forma homogénea. La ficción se inmiscuye en los diferentes relatos y crónicas que forman parte del libro. De esta manera, el universo artístico de Servio se expande un poco más, a través de la palabra.
Lo cual, me lleva a pensar, no sólo en la entrega a la voracidad de crear, para perder el sentido y encontrarse; sino, también, en la exploración infinita de materialidades y lenguajes como herramientas expresivas, que se articulan y vuelven más potentes a partir de su cruce. En este aspecto me interesa detenerme un poco más. Pues, el cruce mencionado no responde al orden de la hibridación entre lenguajes presentes en una obra. Sino, en la convivencia de estos, por contigüidad, en un espacio que los presenta. A su vez, no hay que perder de vista que las obras, por más diversas que se encuentren en formatos y materiales, hacen sistema y construyen un universo sólido, que de igual manera, se encuentra en constante movimiento.
Lo que una profesora me dijo una vez, resuena en mi cabeza: “las obras de arte son como espejos. Cada interpretación de la misma, habla más del sujeto que del artista o el objeto artístico en sí mismo”. Quien visite tendrá su propia respuesta. Mi consejo para visitar esta exhibición, es asistir sin preconceptos, escabullirse de todo, y entrar en el juego sensible que proponen todas las obras de Servio juntas.
La exposición se encuentra abierta hasta el 15 de diciembre. Se puede visitar durante los días jueves y viernes de 14 a 18hs, en Uno+uno, dirección Darwin 1351, CABA.
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