¿Cuáles son los límites entre el mundo virtual y el mundo real? ¿Cómo destruir esas fronteras cuando resulta necesario? En una plegaria, León Gieco escribe “que lo injusto no me sea indiferente” y Belle, dirigida por Mamoru Hosoda, pareciera cantar, en otro lenguaje y con otras melodías, sobre el mismo sentimiento. La décima película del director, ovacionada en el Festival de Cannes, llegó a los cines argentinos para deslumbrar con su emotividad y una gran calidad de animación.
La historia tiene como protagonista a Suzu, una adolescente transitando un duelo que la lleva a aislarse y dejar la música, el principal vínculo compartido con su madre fallecida. En un intento de recuperar su voz, ingresa, gracias a la ayuda de su amiga, a un mundo virtual llamado U. Allí crea un hermoso avatar al que decide nombrar "Bell", que es la traducción al inglés del significado de su nombre: campana. En este universo recupera su conexión con el canto y se convierte en una idol musical con millones de seguidores, conociendo el amor incondicional a la par de las críticas despiadadas. Pero es cuando conoce al “Dragón”, una bestia odiada por los usuarios pero amada por los niños, que su vida cambiará de rumbo. Suzu, fascinada y aterrada a la vez, decide descubrir quién es realmente esta criatura que se encuentra tan herida.
Es caer en un error decir que la película en su totalidad es una readaptación la Bella y la Bestia, aunque está inspirada en y posee gran parte de los elementos visuales de este cuento de hadas tradicional francés (La Belle et la Bête en el original). Dentro del mundo virtual se encuentran los personajes que evidentemente se corresponden a los del antiguo relato, desde el nombre y las apariencias hasta el castillo y la rosa, que juega un papel importante en el desarrollo de ciertos acontecimientos. Sin embargo, en la obra de Hosoda, el romance de esta largamente versionada historia es reemplazado por algo parecido a la amistad o al altruismo, una genuina preocupación desinteresada. Resulta forzado, entonces, pensar que nos encontramos ante una remake, dado que estos motivos familiares no son la trama principal sino más bien ingredientes que ayudan a componerla.
En entrevista, el director también agrega como referencia a la novela corta llamada El poeta que rugió a la luna y se convirtió en tigre, de Atsushi Nakajima. Confirma que se inspiró en “este tipo de cuentos y las historias en las que los personajes se transforman en animales para expresar la gran tristeza de la humanidad”. Las criaturas antropomórficas que interactúan con humanos es algo que Hosoda exploró en sus anteriores películas como Los niños lobo (2012) y El niño y la bestia (2015) pero en Belle, este “monstruo bestial” es solo un avatar virtual con una persona detrás. Algo similar sucede en Summer Wars (2009), donde los protagonistas también circulan por un mundo online bajo formas animalescas. El autor trabaja la temática del impacto de la digitalización en las comunidades desde el 1999 con Digimon, es un punto crucial en su carrera y, sobre eso, explica: “Para nosotros, los adultos, Internet puede ser un problema, podemos tener un punto de vista negativo, pero me gusta que esto cambie para las generaciones futuras. De todos modos, es una herramienta imprescindible, es necesario que sea provechosa”.
En el film, existe una clara distinción entre el mundo virtual y el real. Estas diferencias se marcan a partir de las técnicas de animación: lo real está representado en animación 2D mientras que los escenarios online realizaron en CGI (imágenes generadas por computadora), con una apariencia 3D. Si bien los universos son completamente distintos entre sí, las personas detrás de ellos son siempre las mismas, por lo que la belleza de uno nunca opaca la del otro. Las miradas de los personajes llevarán al público a admirar tanto los paisajes campestres de Japón, como las increíbles edificaciones de U.
Para lograr todo esto, el director y co-fundador de Studio Chizu reunió a un equipo internacional y multidisciplinario, atento a todos los detalles. La creación del mundo virtual estuvo a cargo de Erik Wong, arquitecto e ilustrador londinense, y el diseño de los demás escenarios y fondos fue realizado por Tomm Moore y Ross Stewart, del reconocido estudio irlandés Cartoon Saloon, responsable de películas como El secreto del libro de Kells (2009) y Wolfwalkers (2020). Pero el gran plantel no termina ahí, dado que en el diseño de personajes se encuentra Jin Kim que también trabajó en películas de Disney como Enredados (2010), Moana (2016) y Frozen 2 (2019), mientras que la vestimenta de Belle fue creada por el diseñador de moda Kunihiko Morinaga y parte de esos atuendos se presentaron en su colección Anrealage.
La música, a cargo del sueco Ludvig Forssell (Death Stranding, 2019) y de los japoneses Miho Sakai (5 Centimeters per Second, 2007) y Taisei Iwasaki (Kekkai Sensen, 2015), tiene un rol protagónico. Esto se evidencia en un soundtrack tan bello como heterogéneo, que pasa del jazz al pop o de la electrónica a instrumentales con ritmos clásicos. Hasta aparece lo eclesiastico con el motete “Alle Psallite Cum Luya”, que cantan las mujeres del coro, que si bien tiene un tono de celebración y agradecimiento, también podría pensarse como una oración para que Suzu recupere su voz. Porque justamente es la voz el instrumento más importante y el vínculo que la protagonista desea y necesita recuperar. En ese sentido, el trabajo de Kaho Nakamura, cantante de rock indie y quien interpreta a Suzu/Bell, es impecablemente conmovedor, no sólo con las canciones sino también con cada silencio, gesto o quiebres de voz que transmiten tantas emociones como la música.
Así como las mujeres del coro, amigas de la mamá de Suzu, se preocupan por la joven, el resto de los personajes también aparecen como una red de contención. Amigos que se preocupan pero sin sentir lástima, un padre que no se rinde en intentar acercarse a su hija, personas que la alientan pero que le dan su espacio. Se muestran de manera sutil las distintas dificultades que acarrea el tránsito por el duelo, tanto para la persona que lo sufre como para quienes la rodean. Y cuando una situación de violencia real es expuesta a través del mundo virtual, la protagonista es alentada a levantar la voz contra la injusticia, pero no sola, sino con la presencia de quienes siempre la acompañan. De esta manera, Belle logra hablar de una manera sensible sobre la pérdida y el abuso, pero también ubicar a las redes sociales de una manera positiva, como una herramienta de acción para que el dolor no nos sea indiferente.
Ficha técnica-artística: Belle
Título original: Ryū to sobakasu no hime
Dirección: Mamoru Hosoda
Reparto: Kaho Nakamura, Takeru Satō, Kōji Yakusho, Rira Ikuta, Ryō Narita, Shōta Sometani, Tina Tamashiro
Guión: Mamoru Hosoda
Música: Taisei Iwasaki, Ludvig Forssell, Miho Sakai
Montaje: Shigeru Nishiyama
País: Japón
Año: 2021
Género: Musical - Drama - Ciencia ficción
Duración: 122 minutos
Idioma: Japonés
Producción: Nozomu Takahashi, Yūichirō Saitō, Genki Kawamura
Productora: Studio Chizu
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