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El onírico y omnipresente Ezeiza

Por Nayla Vera


Ezeiza como el bucle temporal que muestra una bisagra en la historia social y política de la Argentina. El clima de dictadura latente que tiñe una escena familiar con locura persecutoria alterando roles, identidades y memoria. Apenas un poco de todo lo que es Edipo en Ezeiza, la obra teatral de Pompeyo Audivert.

A primera vista, el escenario tiene un aire a refugio; con objetos austeros da la sensación de escondite o de que no se espera recibir a nadie. La historia recoge el clima dictatorial del pasado y el que se irá produciendo lentamente luego de la masacre de Ezeiza. Los personajes son Dardo, el padre de la familia, Mabel, la madre, y Romina y Oscar, lxs hijxs. En diferentes líneas temporales, todos los personajes son interrogados por sus familiares, sobre la historia de la familia y ellos individualmente, y las reiterativas preguntas: ¿Dónde estamos? ¿Qué hora es? ¿Dónde vivíamos? ¿Qué año es este? Todo se sumerge en un absurdo… Por momentos, tragicómico.


La obra reflexiona continuamente sobre la persecución social arraigada profundamente en el interior de las familias argentinas. Poniendo en duda todo, creando enemigos y peligros que mantengan a las personas encerradas, miedosas y presas del delirio y hostigamiento. En torno a esto, no se habla desposesión material, sino de algo mucho más personal y humano: la identidad. Frente a la pregunta en el marco de un interrogatorio de padre a hijo “¿quién soy?” contestan “Mejor no saber (...) la información es poder…”



La bandera argentina cubriendo a los “acusados” es un doble juego que podría estar sugiriendo a los gobiernos de facto, como los verdaderos enemigos, respaldandose en cierto patriotismo para cometer actos de terrorismo de estado. Y también, desde otra óptica, la sociedad misma yendo en contra del bien común, desconfiando y persiguiendo a sus pares en lugar de tomar consciencia del verdadero enemigo. De cualquier forma, la obra opera desde un lugar que amplía el espectro de interpretaciones al punto tal de querer ver la misma escena una y otra vez.

Los actores mutan en distintas pieles, tonalidades y roles con tal celeridad que deja al público alucinado, pero atentos a que esos cambios responden a la necesidad de adaptarse a las temporalidades y realidades en las que se sumerge la obra. La historia se vuelve tan compleja que incluso los personajes toman noción de su condición ficcional e interpretan una ficción dentro de una ficción. Como si David Lynch guionara ciertas escenas hay un momento donde uno de los personajes dice “Estamos muertos o dentro de una pesadilla”, algo muy propio de aclamada serie Twin Peaks, cuya última temporada hace foco en esto:


“Somos como el soñador que sueña y luego vive dentro del sueño (...) pero… ¿quién es el soñador?”


La obra se pone en relación directamente sobre el diálogo con otras novelas y escritos conocidos, ya sea porque el personaje lo trae a la acción o ellos mismos portan un rasgo que los distingue. El público también puede llegar a percibir los hilos que se tejen con obras como 1984 de George Orwell, donde la figura del “Gran hermano” resulta el pilar de control y dominación tanto social como individualmente, incluso a nivel inconsciente de las personas. Es por eso que advertir el hostigamiento intrafamiliar revela las consecuencias directas y peligrosas de los regímenes dictatoriales.


Edipo en Ezeiza, una tragedia shakesperiana plasmada de la idiosincrasia nacional culmina en la mención e influencia de Leonardo Favio, donde la obra adquiere un carácter casi fílmico. Es una obra de teatro, película en vivo y muchas más expresiones artísticas. Infinitiva y cautivadora. Se recomienda verla, como a las mejores películas, más de una vez de ser posible.


Domingos, 16 hs. en el Teatro El Picadero (Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA). Entradas en la boletería del teatro y por PlateaNet.

Ficha técnica-artística: Edipo en Ezeiza

  • Dirección: Pompeyo Audivert

  • Reparto: Julieta Carrera, Hugo Cardozo, Francisco Bertín

  • Dramaturgia: Pompeyo Audivert

  • Asistencia de dirección: Verónica Costa

  • Diseño de iluminación: Hugo Cardozo, Pompeyo Audivert

  • Escenografía: Ana Audivert

  • Paisaje sonoro: Florencia González Rogani

  • Fotografía: Michel Marcú / Paula Sánchez

  • Redes y diseño gráfico en redes: Verónica Costa, Agustina Lucero

  • Prensa: Daniel Franco

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