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Foto del escritorCaterina Niello

Ezcurra, una piedra partida en dos

Una mujer yace tendida en un sofá, pero no plácidamente. Los músculos de su cuerpo, envuelto en un poncho escarlata, están tensos y, aunque su rostro permanezca oculto, ella ve y escucha todo. Rodeada por un semicírculo de cartas, Encarnación Ezcurra se levanta y frente a un espejo, de espaldas al público, comienza a contar su historia. La que se supo, la que no, la política, la sentimental: toda su historia.


En el unipersonal escrito por Cristina Escofet y dirigido por Andrés Bazzalo, la actriz Lorena Vega, con una vigorosa performance, interpreta a Encarnación Ezcurra, esposa y compañera política de Juan Manuel de Rosas. La obra, basada en el intercambio epistolar de la pareja federal, reconstruye el poder de esta figura femenina, vapuleada por la historia oficial, con un guión sin pelos en la lengua, que relata momentos históricos con expresiones contemporáneas.



La Ezcurra que se encuentra arriba de esas tablas es la de sus últimos días, aislada y solitaria, pero jamás vencida. Recuerda momentos pasados junto a Rosas, aquel anhelo suyo por estar junto a él durante la llamada Campaña del Desierto, en vez de lidiar con los asuntos de Buenos Aires rodeada de unitarios y traidores federales. Se construye una personalidad dual: ella es combativa pero meditabunda a la vez, una negra toribia convertida en dama de sociedad. Su fortaleza, definida históricamente como “rasgos masculinos” es la contraparte de esa sensibilidad y lealtad “femenina” que sentía por su marido. Y ambos, lo masculino y lo femenino, se unen en bailes que muestran su sensualidad hermafrodita.


Ella, en el cuerpo de Lorena, se desplaza por la pista con fuerza, siempre con su mirada cargada de emoción. Camina con paso firme, se recuesta con marcada tristeza o danza al compás de unas milongas, interpretadas por Martín Miconi, Agustín Flores Muñoz y Malena Zuelgaray. La música, composición original del trío de artistas, opera no sólo como un excelente acompañamiento, sino como un coro que marca el comienzo y finalización de las escenas, y acentúa los puntos esenciales en el discurso de Ezcurra.


“Yo no llevo mucha alhaja, yo tengo el pueblo conmigo. El pueblo es la mejor joya. Porque yo soy el pueblo”, exclama Encarnación. Su figura y su evocación a las multitudes recuerda, sin dificultades, a Eva Perón. El director, en entrevista con Página12, coincide en que las dos trabajaron para sus hombres, sus líderes “pero luego el patriarcado no les dejó lugar y ambas fueron desapareciendo y muriendo al poco tiempo”. La obra acerca el pensamiento de una mujer empoderada, según Bazzalo, y se potencia frente a los fenómenos actuales de política derechista y patriarcal.


La obra, ganadora de cuantiosos premios y nominaciones, muestra a una Ezcurra dividida pero completa. Emotiva y divertida, ataca con palabras que atraviesan por completo al espectador y reflexiona sobre su dualidad: “Cada una nace con la cara que le toca dejar. Como la patria, yo voy a dejar mi cara partida. La que mostré. Y la que había que adivinar. Siempre se tienen dos caras. La que Dios manda. Y la que vaya una a saber de quién es. Una piedra partida en dos. Esa fui yo. Hay flores que nacen de la piedra.”



Ficha Técnica: Yo, Encarnación Ezcurra

  • Autoría: Cristina Escofet

  • Dirección: Andrés Bazzalo

  • Actúa: Lorena Vega

  • Música original: Agustin Flores Muñoz, Martín Miconi, Malena Zuelgaray

  • Vestuario: Adriana Dicaprio

  • Diseño de luces: Soledad Ianni

  • Fechas y lugar: Miércoles de enero 2020, 20.30hs. Teatro El Picadero (Pasaje Santos Discépolo 1857).




Por Caterina Niello







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