Si mojas, me enciendo de Sukermercado es una novela gráfica con contenido porno queer que se introduce en este género para romper los límites de sus temáticas y abordar, sin estigmas ni clichés, identidades y sexualidades disidentes.
Desde hace unos años, los movimientos feministas y LGBT+ han interpelado todas las aristas del consumo con su mirada crítica. En este arte de cuestionar todo lo establecido, muchos de los interrogantes no tienen una respuesta definitiva (y quizás nunca la tengan) pero dejan en el aire una ruptura, proponen hacerse consciente de los modos de leer, mirar y vincularse para desarmar las estructuras de poder y las hegemonías replicadas a lo largo de la historia.
Un sector de la historieta argentina que forma parte de estos colectivos puso en escena otros aspectos de lo afectivo, los vínculos y las corporalidades. Aparecieron novelas gráficas y zines que se corren de ciertas tradiciones cristalizadas e insertan en sus páginas situaciones cotidianas antes invisibilizadas y cuestionan los estereotipos en torno a la hegemonía de los cuerpos, los estigmas y las formas de vincularse binarias y heterosexuales.
En este contexto se encuadra la obra de la historietista Paula Suko (a.k.a Sukermercado). Su primer libro-zine fue La sombra del altiplano, una historieta que tiene como protagonista a una piba coya armada con machetes que lucha contra la trata de personas. Ahora con Si mojas, me enciendo –editado por La Pinta (Colectivo Ediorial Big-Sur)– va más allá: presenta un relato de porno queer que llena sus páginas full color con orgasmos, masturbación y orgías, pero también de todo aquello que rodea la sexoafectividad millenial: redes sociales, amigues, trabajo y salidas nocturnas.
La historia comienza con Luisa, una piba que labura en un local de fotografía y, cuando se aburre de reparar, pavea en internet. Mientras revisa sin mucho interés las historias de Instagram, se detiene en una que le llama la atención: Nehuén, el chico que le gusta, la agregó a una lista hot de esa red social y subió nudes para ese grupo selecto de seguidores. Luisa se sorprende, no puede evitar excitarse y se masturba frente a la pantalla del celular en la silla de su lugar de trabajo. Ese es el puntapié inicial de una trama que tiene a los encuentros sexuales diversos como eje ilustrado y que desde el guión plantea, además, reflexiones acerca de la amistad, el consentimiento y la responsabilidad afectiva que se mezclan con onomatopeyas de gemidos y emoticones.
Además de los particulares ejes temáticos, uno de los elementos más llamativos es el uso del color. La tapa recupera los de la bandera del orgullo trans y es bien explícita: la protagonista, posa desnuda y con un dildo en la cintura. La paleta en el interior es en extremo saturada y predominan los violetas, fucsias y turquesas que, impresos en papel ilustración brillante, acompañan la vertiginosidad del relato. Cerca del nudo de la historia, Luisa, su amiga Sofi y Nehuén navegan en una página con un fondo espacial sin viñetas. Este recurso le agrega dinamismo al relato ya que logra sintetizar varios encuentros que resultan importantes para quien lee, pero quizás no tanto para Luisa que, a pesar de pasarla bien, está un poco frustrada de buscar (y no encontrar) el lente para la cámara del pibe que le gusta con quien no deja de cruzarse con cierta torpeza y vergüenza.
Con escenas calientes y técnicas que se despegan de la historieta tradicional, Si mojas, me enciendo es un libro-zine que retrata la multiplicidad de posibilidades que existen en las maneras de relacionarse sexoafectivamente con otres, visibiliza cuerpos e identidades que pocas veces son protagonistas de las novelas gráficas. Realiza una necesaria crítica a la sexualidad hegemónica y a la asimetría de las relaciones binarias heterosexuales; inserta en la escena de la historieta contemporánea argentina la posibilidad de consumir pornografía gráfica feminista y queer sin estereotipos.
Por Laura Amarilla
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