Por Pía Eguiluz
Con un suspense lento, una técnica cuidadísima y actuaciones magistrales, el primer largometraje de Ari Aster desconcierta, así como horroriza.
En una casa rodeada por un bosque, vive la familia Graham Leigh, quienes, cada uno a su modo, lidian con el deceso de la abuela, matriarca de la familia. Las circunstancias de la muerte no importan, o por lo menos no es el centro de la narración; en cambio se resaltan las reacciones de la familia frente a esa muerte. Una circunstancia que en otra historia se mostraría como un hecho trágico, que quizá acaba uniendo a los integrantes del núcleo familiar, aquí deja al espectador con un gusto un tanto amargo.
Desde la primera toma el director insinúa que hay un desdibujamiento entre la realidad y la ficción: la película comienza con una maqueta, que mediante un truco de cámara es reemplazada por la habitación del hijo mayor, Peter. La maqueta en cuestión es creación de Annie, la hija de la fallecida, madre de Peter y Charlie, ambos personajes centrales de la tragedia que les acaerá.
Pronto quedará clara la disfuncionalidad latente de los Graham, escondida bajo frases pasivas agresivas, silencios u omisiones. Como el hecho de que la tumba de Ellen Leigh es exhumada y Peter (el esposo de Annie y padre de los chicos) decide no contarlo o que Annie vaya a hacer una suerte de terapia grupal del duelo en secreto. Incluso antes, durante el velorio, es evidente el comportamiento de la familia: no hay demasiado afecto entre ninguno. Annie dedica la mayor parte de su elogio a contar que su madre era una mujer privada, guardadora de secretos, difícil.
Monstruos Femeninos
Los personajes femeninos son los que mueven la trama y son sus acciones las que han movido los hilos de la familia Graham por siempre, incluso antes de que comience la película. Y es que la magia en Hereditary es puramente brujería. Las mujeres hechiceras y sus intentos de controlar su destino son la fuerza constante en la historia. Los hombres en cambio, son víctimas, no victimarios.
El padre de Annie muere de inanición, provocada por depresión psicótica, el hermano de Annie padecía esquizofrenia y se ahorca, no sin antes dejar una carta acusando a su madre de “meterle personas dentro”. Incluso Annie padece de sonambulismo, con consecuencias aterradoras para sus hijos. Pronto quedará claro que ninguno de esos trastornos son meros desórdenes de la psiquis, sino el resultado de fuerzas malignas y sobrenaturales.
Esta sensación de monstruosidad se da, en gran parte, gracias a la impecable actuación de Toni Colette, quien desde la primer toma se transforma en la mentalmente perturbada, Annie: una madre que lucha con la culpa y el resentimiento de su hijo mayor, una esposa con secretos, y una hija mal querida por su madre. En una performance cargada de tanta sutileza como fuerza, el espectador tiene, una vez más, la sensación de estar presenciando una obra macabra llevándose a cabo frente a sus ojos. Más que una película, se observa por un catalejo el hundimiento de una familia.
Cabe destacar a su vez, la actuación de Alex Wolff (Peter, el hijo mayor) quien estaba
tan comprometido con la causa que le propuso a Ari Aster golpear su cara contra un
escritorio de verdad, y se rehusó a usar dobles.
Tragedia Griega
En Hereditary acechan varios fantasmas, entre ellos, el destino inescapable. El profesor de literatura de Peter menciona dos figuras claves de la tragedia clásica: Heracles e Ifigenia. Ambos personajes son víctimas de los caprichos de los dioses y no son capaces de evitar su sino. Al igual que los Graham, son tan solo títeres en una obra que los excede y cuyos inicios tuvieron lugar muchos años antes de que hubieran nacido, y nada de lo que puedan hacer los va a salvar.
Tanto los muñecos del diorama de Annie como los personajes en la casa están atrapados. Durante la continuidad del film, se produce un descenso por una espiral de secretos, cada vez más perturbadores, como el descenso de Virgilio y Dante por los círculos del infierno.
Si bien fue marketinada como “horror”, en ciertos aspectos se instala en un punto medio, entre el drama psicológico y el terror más clásico. Hereditary combina elementos de ambos géneros, de forma natural, lo que da como resultado una película escalofriante, donde el espectador será acechado tanto por los traumas familiares, como por los demonios. Comparable, tanto en ritmo como en temas a The Witch, Hereditary se consagra como una de las mejores películas de terror independiente, ambas producidas por A24, cabe mencionar.
El genio de Aster radica, entre otros aspectos, en no caer en lugares comunes. La secuencia que sigue a la salida repentina de la fiesta, por parte de Peter y Charlie, es escalofriante, no solo por la acción en sí misma, sino por la forma en que es mostrada. No hay jumpscares innecesarios y ni la música ni la atmósfera delatan lo que acabará por suceder. Sin embargo, el film no carece de elementos ya conocidos dentro de su género: antiguos textos espiritistas detallando prácticas de hechicería y magia negra, sesiones de espiritismo, dibujos color sangre en las paredes, fórmulas mágicas en idiomas extraños.
Lo cotidiano y lo sobrenatural conviven en el comienzo de la historia, hasta que una serie de eventos cada vez más espeluznantes, dan lugar a que lo sobrenatural cobre más peso y acabe con todo a su paso. Y ahí está el motivo de que Hereditary sea considerada como “El nuevo Exorcista”. Nada aterra más que pensar que lo que sea que uno haga no será suficiente para luchar contra el mal. Las fuerzas son demasiado poderosas y están en el ADN de los personajes. Es su legado maldito.
Ficha técnica: Hereditary
Dirección y guión: Ari Aster.
Duración: 127 minutos.
País: Estados Unidos
Año: 2018
Fotografía: Pawel Pogorzelsk.
Música: Colin Stetson.
Reparto: Toni Colette, Alex Wolff, Milly Shapiro, Ann Dowd, Gabriel Byrne.
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