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La Falcón: Los ojos del tango

Por Nayla Vera


Un intenso olor a café inunda la antesala. En los espectadores se siente la ansiedad y extrañeza de los objetos que adornan el lugar: retratos, juegos de té y artefactos del siglo pasado. Pero la obra no se hace esperar, como si fuera a abrir una caja de música, ha comenzado desde antes que los espectadores ingresen; interesante recurso de Cintia Miraglia, su directora, para crear el ambiente apropiado anclado en la nostalgia de los años '20. Asistimos a un recuerdo.


El escenario, que será siempre el mismo, está dotado de reducidos objetos que ayudan a contextualizar el momento. La idea de minimizar la decoración responde a que serán los actores quienes, con su impecable interpretación, rellenen el lugar y edifiquen en el imaginario de todos los presentes las locaciones tal cual eran en la historia original. Algo a destacar es que es un escenario fijo: tanto para nosotros, como en la historia, todo se desenvuelve allí, generando un lazo entre el espectador y los personajes que va rompiendo la cuarta pared inteligentemente.


Somos el público de Ada Falcón, la exitosa cantante argentina de tanto. No el de María Colloca interpretándola, sino el de la propia Ada Falcón. Incluso, durante los primeros minutos tanto el público como los actores en escena, esperamos que ingrese Ada, es como si no hubiera diferencia entre los actores y nosotros, pues ambos estamos ansiosos y a la espera de La Falcón. También aparece la figura de su madre, en la piel de Mónica Driollet, quien está encargada de contarnos los hechos en su rol de cuentacuentos que nunca abandona y que dirige al público en un diálogo de confidencialidad exquisito.


Sobre el escenario se suman dos actores tocando la guitarra. La música, en vivo, se va intercalando tanto por los diálogos como por interpretaciones; esto hace que sea una obra tan rica en versatilidades artísticas. El micrófono posicionado en el centro, solo unos minutos más y “La morocha” se desprende de los labios de Maria Colloca quien parece haberse topado a Ada en sus sueños. Son los años '20 sin dudas.

La historia no se hace esperar, conocemos los primeros pasos de Ada y la pronta irrupción de Francisco Canaro en su vida que, sumado al talento, dinámica y pasión entre ambos, creó una semilla de discordia entre ella y su hermana. En la primera canción queda claro quién es y fue la protagonista de la historia: Ada Falcón, una cantante de tango de renombre entre las décadas del ‘20 y ‘30, inspiración del famoso tango “yo no sé que me han hecho tus ojos” de Canaro y actriz en tres películas, de las cuales se hacen mención en la obra. De figura y personalidad atrayente, era reconocida por su voz y belleza.

Fotografía: Gustavo Maggi

En la obra las canciones son el hilo conductor de la historia, pues después de “La morocha” Canaro aparece en escena y comienza su relación laboral y sentimental, lo que da pie a la segunda canción “Te quiero”. Queda claro el amor y devoción del uno por el otro, que pese al ego de Ada no puede evitar obedecerlo y sentir un profundo cariño con él y este por su parte también denota una falta de entrega que se irá acentuando cada vez más. Sigue “Me enamoré una vez”, con los problemas de la doble vida de Canaro y sus ambiciones, las dudas de Ada sobre los motivos por los que están juntos. Se suma a todo esto rumores, ataques de pánico y una relación cada vez más desgastada con su hermana.


Ada cada vez más en el estrellato pero abrumada por sus conflictos personales y miedos entona “Andate”, simbolizando una duda que la apena y aqueja tanto o más que el acoso de la mujer de Canaro, los chimentos y una voz interna espiritual que crece en su interior al relacionarse con Dios. La rivalidad entre la esposa de Canaro y Ada se plasma en “No mientas”, canción que interpretan ambas actrices una en cada punta del escenario y Canaro en el medio tocando la guitarra.

El vals “Yo no sé qué me han hecho tus ojos” obnubila al público en un ensueño epocal y lírico. Es, sin lugar a dudas, una joya hecha canción, pero la prolijidad de todas las interpretaciones hechas no queda opacada por esta. Acercándonos al final de la historia, Ada canta detrás del telón; un recurso acertado para marcar la angustia y acentuar la ausencia de su presencia, como un presagio del final.


Una historia como la de Ada, sirve para repensar el rol de la mujer en el ámbito artístico, social, político, económico y cultural. La versatilidad de las actrices en escena, ocupándose de la música, adoptando múltiples roles nos hacen ver que todo está ahí, aún con una escenografía sin objetos físicos. Lo invisible, por el talento, se vuelve visible. En la época de Ada la mujer aún estaba peleando por hacerse oír, y lo de triunfar dentro y fuera del escenario seguía estando marcado por la presencia fuerte de los hombres. De hecho en el transcurso de la función se menciona que Ada fue la tercera mujer argentina en grabar un disco de tango. El ambiente sumamente desigual, competitivo, morboso y sexista se va dejando ver en las presiones y angustias que expresa Ada, por ejemplo en las ideas de Canaro sobre ella y su hermana, alentando la competencia entre ambas para llamar la atención de la prensa, sin importar la moralidad o coste emocional de aquello.


En la historia la cuestión económica y vincular se pone en jaque constantemente: el motor de Canaro es la gloria, poder, ambición devenida en puro egoísmo, mientras que en el de Ada, son los sentimientos, el corazón, su voz aclamada que ella decide compartir con el mundo. El ascenso social no la despoja de la lealtad a su corazón y aquello en lo que ella cree y se sostiene. Al final no fue el desamor, sino la creencia en sí misma, en lo que la motivaba y hacía feliz. Tal vez vio que su talento se tiñó de chimentos y penas, lo que logró salvar lo salvó. A lo mejor quedarse era volverse esclava de un mundo que no estaba listo para ella y un hombre que no supo apreciar ni arriesgarse por ella. A Canaro y a la sociedad argentina, más específicamente la prensa, ella le demostró coraje, temple, entereza y tiempo, pero como dice uno de sus tangos aclamados:

Yo soy así,

pa' que sepás,

y si te amaba ayer

ya no me interesás.

Yo soy así

ni sé porque

quise sincera ser

y me clavé

La obra se centra en acontecimientos de la estrella que el público puede saber fácilmente con anterioridad. No aporta datos o situaciones que sumen a la historia, más que lo que se sabe, dando la posibilidad de caer en una lectura simple o reduccionista de “es una historia de amor, pasión y años de gloria”. Sin embargo la originalidad y creatividad se observa tanto en los recursos, actuaciones y también los diálogos. Astutamente la directora supo mostrar a través de la construcción todo lo que Ada sufrió, desde las situaciones verídicas, hasta los rumores los rumores sobre ella y su libertad sexual que la persiguieron aun “haciendo bien” las cosas y que se vieron reflejados en titulares de diarios que afirmaban “Puta a los 20 y monja a los 40”. La Falcón es un reflejo de su personalidad y vocación artística, que revive a una grande de nuestro país.


Fotografía: Gustavo Maggi
Funciones los sábados a las 17:30 hs., en el Teatro El Extranjero (Valentín Gómez 3378, CABA). Entradas por la web del teatro o haciendo click aquí.

Ficha técnica-artística:

  • Dirección: Cintia Miraglia

  • Reparto: María Colloca, Carlos Ledrag, Florencia Craien, Mónica Driollet, Sofia Nemirovsky

  • Dramaturgia: Augusto Patané

  • Asistencia de dirección: Diego Torben

  • Arreglos musicales: Florencia Craien, Carlos Ledrag

  • Diseño de iluminación: Cintia Miraglia

  • Diseño y realización de vestuario: Paula Molina

  • Diseño y realización de escenografía: Victor Salvatore

  • Fotografía: Gustavo Maggi

  • Gestión de subsidios: Carambola Artes Escénicas

  • Productor general: Augusto Patané

  • Producción ejecutiva: Mónica Driollet

  • Prensa: Duche&Zarate

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