Con estreno el 24 de febrero del 2022 en las salas argentinas, la película ambientada a fines del siglo XIX y dirigida por Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis, presenta un melodrama de tintes épicos.
"El ser que espero no es real (...) el otro viene allí donde yo lo espero, allí donde yo lo he creado ya. Y si no viene lo alucino: la espera es un delirio."
Roland Barthes en fragmentos de un discurso amoroso.
Cuando un grupo de cazadores se junta en un banquete a rememorar otros tiempos, surge el nombre de Luciano: un marginal, una leyenda, un mito de boca en boca del que ya no se distingue una única verdad. La lejanía temporal, así nos transporta la voz en off, toma los contornos de un pueblo en Italia. La historia se establece, por sobre todo, en las mareas del melodrama. Y si bien puede argumentarse que tanto el western como la épica existen, lo hacen de maneras sutiles. El hilo conductor, ya veremos, es otro.
La primera parte de la historia gira en torno a Luciano, un borracho con fama de haber matado con impunidad, que como agravante o material de malas lenguas, mantiene una relación con la hija de un campesino. A Luciano lo tratan de loco, de marginal y delincuente, pero en realidad es un malhumorado, un preso de la embriaguez negra que le susurra al oído.
Sin embargo, la locura que los campesinos le confieren a Luciano, (el inadaptado, el extraño, el extranjero), no es más que la locura de un enamorado, es decir, incompleta, es decir, pobre y metafórica. Barthes escribe: “(...) el amor me vuelve como loco, pero no me pongo en relación con lo sobrenatural; no hay en mí nada sagrado; mi locura, simple sinrazón, es plana, hasta invisible.” Y es por esta cuestión que el escenario sustenta a Luciano: sea una pared envejecida tomando el lugar de los pensamientos; sea un plano a color pastel de los enamorados en el campo; sea las sombras retorciéndose sobre un lecho de muerte; sea solo algunas prominencias de la gran fotografía empleada. Donde entonces los planos, los momentos compartidos en pareja, adquieren la tonalidad de un recuerdo.
Anteriormente nos referíamos al melodrama como el hilo conductor de la película, pero ¿En qué sentido? En el sentido de anhelo; lo que late en el protagonista no es, en absoluto, un sentimiento de pertenencia, sino una cuestión doble: el anhelo de volver a anhelar. De reencontrarse con aquel momento en que el deseo vivía. Reencontrarse, digamos, ‹‹siendo Yo›› otra vez.
Nos encontramos entonces en la segunda parte de la historia. Una tragedia lleva al protagonista a huir a Tierra del Fuego. Allí, le llega la noticia de que, en algún lugar paradisíaco, hay oro escondido. A lo que surge entonces una gran búsqueda (una gran metáfora, una gran fiebre del oro) de reencontrarse. Por lo que cuando el protagonista asume una nueva identidad es, quizás, a lo que Barthes se refirió cuando escribió sobre la claridad insoportable: “Desde hace cien años se considera que la locura (literaria) consiste en esto: ‹‹Yo es otro››: la locura es una experiencia de despersonalización. Para mí, sujeto amoroso, es todo lo contrario (...) Yo no soy otro: es lo que compruebo con pavor”. Luciano, sujeto errante, es un ebrio del recuerdo y un ebrio del olvido, una constante contradicción que nunca logra despegarse de sí mismo.
Podemos concluir en que este film presenta el viaje, (es decir, la épica, es decir, el western con el territorio extenso y ambiguo), en un sentido de idas y corridas, similares a los movimientos de un corazón enamorado: "El corazón es el órgano del deseo (...) tal como es conservado, encantado, en el campo de lo imaginario. ¿Qué van a hacer de mi deseo el mundo, el otro? He aquí la inquietud en que se concentran todos los movimientos". A su vez, por sobre todo y como es debido remarcar, la película es una experiencia grata. Lenta y fogosa, absurda y racional. Una leyenda con todos los tintes. Una extraña combinación errática, y contradictoria, como lo es el corazón de este protagonista, que se asume siempre errante.
Más abajo sigue una pequeña entrevista a Alessio Rigo de Righi, uno de los directores. Claro que cuando esta concluyó, recordamos las similitudes que la película guardaba con Zama (Lucrecia Martel). Por lo que la pregunta quedó suspendida a la especulación y lo imaginario.
¿Qué cree usted que aporta esta película al cine contemporáneo?
Uno creo que va con un flujo, ¿No? Con la pasión del cine que lo formó -y que lo sigue apasionando- y del cine de los colegas que se hacen hoy día. No sabría, digamos, colocarla en “qué es lo que aporta”, pero sé que cuál fue nuestra intención, que fue la de partir de un pequeño relato de un pequeño pueblo en el norte de Roma y, después, hacer explotar esa narración en un cuento más de género, de western, de aventura, y trabajar con eso.
¿Cree que las inspiraciones que tomó para hacer la película son relecturas?
Sí, yo creo que la forma que tenemos de trabajar con Mateo Zoppis (co-director y co-guionista), al ser dos, es de intercambiarnos muchísimas referencias: fotos, literatura, pero cine por supuesto. Muchas películas. Y las referencias después se van mezclando, van entrando en la escena y, cada vez que las realizas, automáticamente se transforman en algo nuevo, algo que es de ese momento.
¿Cómo piensa que se incluye la película en su obra? ¿Cree que hay diferencias notables?
Tiene una continuidad, en el sentido de que todas surgen de un relato, de unas historias, que se cuentan las tres en este lugar: una hostería. Un lugar donde la gente se reúne a tomar vino, a comer y a contar historias. Entonces tienen ese hilo de continuidad: que todas están contadas por los mismos personajes, (de estas tres que realizamos con Mateo), pero ésta es una película que tiene una envergadura productiva mucho más grande.
¿Cuál piensa qué es el rol del paisaje?
Nosotros tratamos de reflejar los sentimientos del protagonista dentro de lo que “se ve” en la película. Entonces en el primer capítulo usamos lentes más cortos, filmamos todo en ambientes un poquito más claustrofóbicos -cerrados-, para reflejar ese sentimiento de opresión que siente el personaje por encontrar un lugar en el mundo dentro de su pueblo. Y en la segunda parte usamos el paisaje para dejarlo al hombre solo, y con su miseria, en el medio de esa vastedad, de lo que es ese imaginario de estar en el medio de paisajes inmensos.
¿Qué es lo que lo atrae de la época retratada?
Nosotros hicimos un trabajo de investigación sobre la época para ser fieles a determinadas dinámicas, que pueden ser, en el capítulo uno, la que hay entre los campesinos y el príncipe, o en la segunda parte, la búsqueda del oro. Pero, como te decía, nuestra intención, en la reconstrucción, es la de generar un ambiente que pueda ser fabulesco, como “evocar” una fábula -una historia- más que la de ser filológicos.
Ficha técnica-artística:
Título original: Re Granchio.
Dirección: Alessio Rigo de Righi, Matteo Zoppis.
Reparto: Maria Alexandra Lungu, Darío Levy, Mariano Arce, Jorge Prado, Severino Spereandio, Gabriele Silli, Daniel Turm, Bruno di Giovanni, Ercole Colnago.
Guion: Alessio Rigo de Righi, Matteo Zoppis.
Historia: Alessio Rigo de Righi, Matteo Zoppis, Tommaso Bertani, Carlo Lavagna.
Música: Vittorio Giampietro.
Fotografía: Simone D’Arcangelo.
Vestuario: Andrea Cavalletto.
País: Italia, Francia, Argentina.
Año: 2021.
Género: Drama.
Duración: 100 min.
Idioma: Italiano.
Productora: Ring Film, Shellac Sud, Volpe Films, Wanka Cine.
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