Reestrenada el pasado 26 de enero del 2022, la obra de teatro dirigida por Florencia Naftulewicz y Pilar Boyle habilita a reflexionar sobre la declinación de una clase social.
Comienza enérgica. Un escenario recortado, lujoso, amplio, alejado de la realidad y, quizás, hasta puesto en la burbuja relajante de un spa en casa. Recortado, se entiende, de un mundo pequeño de objetos (muebles) y palabras. Surge entonces la duda, ¿qué son esas botellas de alcohol a medio usar, esos cuadros enormes que llaman al ojo y ese otro retrato solitario junto a unos sillones fuera de tiempo? Pues, en todo caso, y, quizás, se trata de la delimitación, no solo del escenario, sino también de la curiosidad. ¿En qué sentido? En el sentido en que la curiosidad puesta en el espectador, en los personajes y en la forma de narrar la historia, avanza, es decir, se dosifica, en pequeños chismes y pequeñas cuestiones, pequeños detrás de escena, que rellenan vacíos y producen significados, para luego volver entre los personajes como un rumor tenebroso.
Se nos presentan, entonces, en una burbuja paradisíaca, a las cuñadas del country: Gynette y Giselle (Florencia Naftulewicz y Mercedes Moltedo). Entretenidas, vociferantes, mientras la empleada (Julia Galeano), en el fondo, recortada de toda atención, desentendida de todo chisme, prepara sus elementos de manicura. Y, puesto que la empleada se mantiene en el mutismo, es decir, en la no participación del chisme y la abstención de no disparar la lengua, las cuñadas representan la contraparte. Esto es: lo enérgico, el secreto compartido, la curiosidad, el pasatiempo. Donde el tedio de guardar silencio y prudencia, se contrapone con el toque imaginativo que puede aportar el chisme, la banalización y el triunfo de la curiosidad, incluso, sobre la abstención de un principio.
Anteriormente nos referíamos a objetos recortados en el escenario. Pero, ¿recortados de qué? Recortados -escribíamos- de un mundo pequeño. Por lo que ahora agregamos: recortados de una realidad, recortados como un chisme, como la esencia extraída de una historia que parece existir en la manipulación de las palabras o, en este caso, en la colocación a conciencia de los objetos. A conciencia, por lo tanto y también, en la manera de abordar el supuesto social acerca del rico de country y de la empleada doméstica. Esto es, las cuñadas permitiéndose todas las extravagancias (en menciones a Louis Vuitton, a Milán, al country club, a los tapados de piel) y a la empleada abriéndose a las cuestiones más mundanas (como lo puede ser un comentario de que su hijo tiene dolor de garganta).
Los espectadores, por su parte, ocupan el lugar privilegiado, y ligero, de quien participa de la trama chismosa sin involucración directa, de quien le da forma al rumor y lo sostiene. Ana María Gorosito en el prólogo De boca en boca. El chisme en la trama social de la pobreza, resulta ilustradora: “el rumor es algo así como una buena corriente de viento cálido, que sostiene al chisme en el aire, lo eleva (…) le da forma y estructura fija, le otorga consentimiento y credibilidad (…) en el rumor no hay productores: los Fulanos desaparecen en la vasta anonimia del colectivo, se transmutan en ‹‹la Gente››”. Donde quizás, y por sobre todo, en el rumor, en los personajes, se denota una manera de marcar la posición social y sobrellevar el espacio (sean las pastillas, sea la alusión a la bulimia), antes de que todo desbarranque en la amenaza de una sanción comunitaria.
Las cuñadas es una obra de teatro que se presenta, entonces, como una serie de situaciones irrisorias (una comedia a fin de cuentas) que termina, sin embargo, en una nota que pincha toda aquella burbuja de un principio y la baja a los vientos del rumor y cierto desamparo.
2 y 9 de febrero, 20.30hs en el Teatro Metropolitan Sura (Av. Corrientes 1343). Localidades en venta por Plateanet.
Ficha técnica-artística: Las cuñadas
Dirección: Pilar Boyle y Florencia Naftulewicz
Reparto: Julia Galeano, Mercedes Moltedo y Florencia Naftulewicz
Dramaturgia: Florencia Naftulewicz
Adaptación musical: Rosario Boyle y Gastón Massenzio
Escenografía: Leandro Crocco, Un tinto contenidos
Iluminación: Leandro Crocco y Gustavo Lista
Diseño espacial y de vestuario:
Asesoramiento de vestuario: Luciana Monteleone
Fotografía: Alejandra Bueses
Duración: 60 minutos
Diseño gráfico: Feroz Visual Studio
Producción: Un tinto contenidos
Asistencia de producción: Lucila Bernabey
Prensa: Cecilia Gamboa
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