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Lorena: el caso Bobbitt bajo el filtro feminista

La serie documental de Amazon Prime que muestra la misoginia en la cobertura mediática de la castración más famosa de los Estados Unidos.


El 23 de junio de 1993, Lorena Bobbitt, una mujer de 24 años, le cortó el pene a su marido en una ciudad tranquila del estado de Virginia. Una noticia policial, que podría haberse camuflado entre los miles y miles de casos de violencia que azotan los Estados Unidos todos los días, se volvió un fenómeno internacional y Lorena se convirtió en un ícono. Pero, ¿de qué?


La miniserie documental Lorena, de Jordan Peele reflota un caso que nunca terminó de correrse del foco mediático. Amazon Prime parece haber aprovechado el hype por el True Crime de los 90’ de la mejor manera posible. Al contrario de programas como American Crime Story o Manhunt: Unabomber, la serie se permite reinterpretar los hechos en clave actual e ir más allá del bilardismo judicial o del detalle morboso que caracterizó su cobertura mediática. Lorena no indaga en la castración, sino que muestra cómo una historia de abuso sexual y violencia machista intra-marital fue relegada a un segundo plano, detrás del pito de John Wayne Bobbitt, el abusador en cuestión.


Más de veinte años después del circo periodístico que devino en horas de entretenimiento televisivo, las mismas imágenes son presentadas ante un público diferente. Lo que fue producido en pleno auge de los canales de cable privados y la competencia encarnizada por el rating ya no funciona para las nuevas generaciones. Luego del revuelo que causaron los diferentes movimientos de mujeres en el mundo y sobre todo el reclamo colectivo #MeToo dentro de la industria del entretenimiento, los discursos abiertamente machistas y xenófobos no pasan desapercibidos para las nuevas audiencias, más familiarizadas con la lucha de los distintos feminismos interseccionales.


Los protagonistas de la historia siguen relatando lo sucedido con las mismas herramientas que en el siglo pasado, no parecen discernir las violencias y los estereotipos que arman sus palabras: uno de los urólogos que reimplantó el pene de Bobbitt cuenta cuán cerca estuvo el hombre de tener que ir al baño “sentado como una mujer” el resto de su vida, mientras se descostilla de la risa. John Wayne explica cómo sus padres no querían que se case con una latina. La primera periodista que entrevistó a Lorena explica que desde Vanity Fair le pidieron fotos de ella en traje de baño, porque si la pareja no hubiera sido atractiva no hubiera generado tanto revuelo. El equipo de bomberos que encontró el pito en un pastizal agradecen ante las cámaras que la desgracia no haya caído sobre ellos, como si hubiera sido cuestión de suerte y como si cualquier mujer estuviera dispuesta a castrar a su marido mientras duerme.


Las grabaciones de aquellos años, resultan más shockeantes: Howard Stern organiza un programa para recaudar fondos para ayudar a John Wayne e instala en el estudio un pijómetro gigante que mide cuánta plata llevan recolectada. Los hermanos de Bobbitt declaran en un talk show que querían matar a su ex cuñada sin el más mínimo estremecimiento.


La disposición de escenas del documental no sólo es elocuente a la hora de narrar el caso, sino que también ilustra el efecto-vacuna que afectó a los consumidores de este tipo de entretenimiento durante años: la sobre-exposición de detalles morbosos banalizó situaciones de abuso que son cotidianos para muchas mujeres.


Lorena Gallo (ese es su apellido de soltera), cuenta -también entre risas- lo que sucedió la noche de la agresión. Pero a la hora de explicar los años de abuso intra-marital su tono y semblante cambian. John Wayne había sido dado de baja del cuerpo de Marines y se encontraba desempleado, dependía económicamente de su esposa. Consumía cantidades de alcohol exorbitantes que lo dejaban inconsciente y violaba sistemáticamente a su mujer, que tenía miedo de ser deportada a Ecuador si se extinguían los lazos legales con Bobbitt. Según él, ella estaba resentida porque le había pedido el divorcio.


Tanto en los medios como en la Justicia, los abusos y violaciones siempre que suceden a puertas cerradas, como es el caso de la violencia dentro de un matrimonio, son difíciles de probar. Los medios desplegaron una lista de rasgos estereotípicos sobre “la mujer latina” que parecían tener que tildar sí o sí: que tienen “sangre caliente” y no se las puede dejar insatisfechas. Que en América Latina cortarle el pito a los hombres que no cumplen con las expectativas era una costumbre, y que John Wayne tendría que haberlo pensado antes de casarse tan joven con una de esas amazonas sexuales.


A pesar de esto, la situación de violencia resultó evidente para el jurado, que absolvió a Lorena por insanía temporal. Luego del juicio en 1994, ella intentó retomar una vida relativamente normal y años después fundó una ONG para ayudar a mujeres víctimas de abuso. En cambio, John Wayne fue denunciado por violencia física por su nueva prometida, también en 1994. Luego de una breve carrera como actor porno y de intentar explotar su nueva fama, fue condenado a prisión por una serie de robos a tiendas de ropa.


La serie documental tiene cuatro capítulos y un trabajo de documentación exhaustivo. A pesar de contar una historia de abuso y morbo, transmite un mensaje esperanzador: la desnaturalización de la violencia es un hecho. Los discursos machistas hacen ruido por sí mismos. Lorena es un manifiesto descontextualizador que pone en relieve el impacto de los movimientos feministas interseccionales en la vida diaria e instiga a seguir con la lucha política para profundizar el proceso.


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