The Chilling Adventures of Sabrina ya tiene dos temporadas en Netflix y va por una más.
Todxs nos acordamos de Sabrina Spellman, la bruja de Nickelodeon. Vivía en Boston, iba a la secundaria, tenía a Salem, el gato negro que hablaba, sus tías Hilda y Zelda, que cualquiera deseaba tener por lo comprensivas, cercanas y adorables, salía con Harvey y a sus amigas de la escuela. En el momento que se estrena la serie Sabrina, la bruja adolescente (siete temporadas desde el 27 de septiembre 1996 hasta el 24 de abril del 2003) fue por lo menos una “novedad” para la televisión de ese momento: mostraba una adolescente distinta a lo normado o establecido, tenía poderes, no había padres a la vista y se presenta un nuevo tipo de familia: compuesta por tres mujeres de las cuales dos eran 100% brujas y quedan a cargo de su crianza, acompañándola en su crecimiento sin interceder demasiado, pero estando presente.
Si bien para el momento fue algo rupturista, por los nuevos elementos que traía para pensar lo cotidiano, lo que propone Netflix rompe con todo lo anterior y se apoya mucho más en el cómic (del que parten ambas series) para recrear este universo. En el opening de la serie, por primera vez aparecen dibujos animados de los personajes, los colores que usa son el rojo, el negro y el blanco y la tipografía para los nombres de los actores se asemeja bastante a la letra de Los cuentos de la cripta. Puede que en ese primer encuentro vaya apareciendo un sentimiento de extrañeza, como de no reconocer algo que recordábamos diferente.
En la nueva temporada aparecen Sabrina y sus tías, pero también muestra a nuevos personajes: Ambrose, un primo que la va ayudar en momentos difíciles o de duda. Se suma también un nuevo Harvey, el interés amoroso, dos amigxs: Roz y Suzie, y un personaje de lo más interesante, la profesora de literatura del secundario Mary Wardwell, quien además de ser la favorita de la protagonista, atravesará una transformación en el primer capítulo marcando el resto de la serie.
La nueva Sabrina es interpretada por Kiernan Shipka de una forma en que no es posible imaginarse a otra actriz para ese rol. Cuando comienza el primer capítulo, el personaje sólo tiene 15 años, la actriz en ese momento tenía 17 y de algún modo, lo verosímil de su actuación hace que no haya diferencias. Incluso hace parecer al personaje más adulto, resuelto e independiente, con otras ideas: no sólo quiere salir con Harvey o irse de fiesta con las amigas, busca abrir un club de lectura compuesto por mujeres para leer textos que en la escuela no le permiten, aprender sobre magia y cómo usarla, preguntar cuando algo no le cierra. Hay otra configuración del personaje y eso se percibe en la vestimenta también: pantalones y polleras de lanilla, blazers y morrales de cuero con zapatos de charol negro que la hace parecer más adulta, pero de algún modo, logra quedar con su edad.
Los personajes de las tías se presentan como una especie de opuestos complementarios: Zelda (Miranda Otto) es más rígida en la forma de criarla, ejerce como figura de autoridad, fuma con boquilla y usa ropa, que, en su mayoría, son trajes o vestidos ceñidos en negro con la boca pintada de rojo. A todo eso se suma que es la persona más cuestionada por Sabrina dentro de la casa. En cambio, Hilda (Lucy Davis), en vez de elegir la confrontación busca acompañarla en sus decisiones, no sin antes advertirle sobre lo que puede suceder, quizá por eso en más de una ocasión Sabrina recurra a ella. Su ropa es suelta y colorida, el maquillaje es tranquilo. Con todo este combo, crían y guían a Sabrina como pueden.
Lo anteriormente introducido se puede percibir en las dos temporadas, pero hay algo que sobresale del resto: la inquietud por buscar y tratar de encontrar su identidad atravesando un camino, donde se encontrará con diferentes desafíos incluyendo decidir si firmará o no el libro de la bestia cuando cumpla 16 (es el bautismo y modo de iniciarse en el camino de la noche), renunciar a su mitad humana para pasar a ser bruja, y cambiarse de escuela para ir a un lugar específico donde ampliar su saber y dejar a sus amigos mortales.
De alguna forma, los 24 episodios son un recorrido para mostrar y desarrollar las transformaciones que vive Sabrina aparejado a las decisiones que se le presentan, pero no sólo será ella la que pase por este camino: en la segunda temporada, más específicamente, sus amigos tomarán más protagonismo, desde el descubrimiento de su identidad de género que transita Theo (anteriormente Suzie) y la nueva forma de vincularse entre Roz y Harvey.
Se podría afirmar que hay ante nosotrxs, los mortales, una nueva bruja adolescente: consciente de quién es, de lo que tiene, pero, además se hace un espacio para preguntarse por la manera de obrar con este nuevo “don”. Lo interesante es que, además de tener su costado de bruja, es humana y adolescente, tiene vivencias con las que nos podríamos identificar todxs cuando tuvimos esa edad (sacando la parte de la magia): la pelea con sus familiares, aprender y saber cosas nuevas, cuestionar la autoridad dentro y fuera de la casa, ayudar a sus amigos. ¿Podría ser que todxs tenemos un poco de Sabrina? O ¿a pesar de tan distintxs, compartimos un poco de la misma búsqueda? Quizá en la tercera temporada podamos encontrar alguna respuesta para nuestros interrogantes.
Por Estefanía Ranieri
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