Juegos de un creador teatral contemporáneo.
Dennis Smith, autor, director e intérprete protagónico de Negra, repuso su obra a partir de un derrotero exitoso que despuntó en 2012. Con la prensa a su favor, y un público que lo sigue a la espera de innovaciones, es un artista que sabe posicionarse con perseverancia. Muchas de sus obras teatrales las vuelve a presentar de tanto en tanto y es convocado como actor por directores destacados de la escena local. Hace lo uno, lo otro y más.
Se formó en artes dramáticas, canto y cine, con importantes profesores argentinos (Cora Roca, Agustín Alezzo, Inés Cabrera, José Martínez Suárez) y suele trabajar con su hermana Virginia, también actriz y directora (integrante del equipo de Negra), con quien ha recorrido diferentes plazas teatrales. Además, construye una carrera televisiva repartida entre la música y la actuación, y no por eso deja su vocación de escritor, ya que, como dramaturgo, recibió el beneplácito de Argentores. Sin embargo, la comedia musical es el lugar que lo corteja. Todo en pocos años.
Dennis dijo, en alguna entrevista, que escenificar motivos de su vida le produce un estado catártico. En Negra es bien claro, ya que se trata de un biodrama con canciones en donde su cuerpo consternado funciona como eje de un material dramático que roza el humor absurdo. Ocurre en Miami, en una sala de espera de una empresa de servicios aéreos que ofrece esparcir cenizas de muertos desde las alturas. El espacio es despojado. Lo habitan cuatro sillas, una guirnalda blanca lumínica que cuelga del techo (quizás, ironiza una conexión, de bajo costo, con otros mundos) y un rincón signado para el eximio guitarrista y el sonido. Con pocos recursos interpretativos, el músico se desdobla en recepcionista y piloto de aviación, según la necesidad de ínfimos momentos de diálogo del personaje central, el nieto de Negra.
Se trata de un joven rubio, un tanto alienado, que no se queda quieto. Realiza un soliloquio y dirige algunos tramos de su discurso a un interlocutor elidido. Para ese destinatario graba lo que dice y canta. Aparece pulcro, perfeccionista e inmensamente vulnerable. Solo. Un ser que pega unos gritos histéricos, que enmascaran la exhibición vocal del intérprete, llegando a agudos notables. No está triste, se muestra en carne viva. Se ha muerto su abuela y le hace un homenaje, no para despedirla sino para retenerla en su imaginario. Pareciera que ese muchachito no quisiera crecer. La música lo transporta para sublimar la pérdida, una de las tantas que uno imagina que tiene.
Excedido, cuando llega el piloto de la compañía, le da una caja multicolor decorada con un motivo de Piet Mondrian, la famosa retícula cósmica. Se puede imaginar que adentro se alojan las cenizas de Negra. El muchacho, además, le entrega al aviador una cinta de audio con lo que acaba de registrar, su voz. La intención es que suene mientras caen las partículas humanas desde lo alto. Lo más importante para el personaje es “la voz” y para nosotros también. Dennis Smith es multifacético pero, fundamentalmente, cantante. Los temas musicales elegidos potencian el relato cambiando los climas de la acción. Todo ideado por Dennis. Un artista que juega con su talento y con la hibridez del arte contemporáneo.
Sábados a las 19 hs. en El camarín de las musas
(Mario Bravo 960, CABA)
Del 12 de octubre al 2 de noviembre, 2019
Por Mariela Langdon
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