Por Florencia Roldán
Santiago Loza es dramaturgo, cineasta y escritor. Realizó sus estudios en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC) y en la Academia Municipal de Arte Dramático. Dirigió largometrajes como Extraño (2003), Rosa Patria (2008), La paz (2013), entre otros. Sus películas participaron en festivales nacionales e internacionales como Cannes, Locarno, Berlín, San Sebastián y Londres. Además recibió premios importantes como el Tiger Award del Festival Róterdam; Mejor Película, Mejor Director y Premio Especial del Jurado en diferentes ediciones del “Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente” (BAFICI), y el premio Teddy a Mejor Película Queer en el Festival de Berlín.
En esta nota nos cuenta sobre su concepción del amor, recomendaciones para quienes estén iniciándose en el mundo de la escritura, en base a su experiencia, y el proceso de creación de la obra Amor de cuarentena, una experiencia performática-teatral vía WhatsApp, que cuenta con la participación de Dolores Fonzi, Jorge Marrale, Cecilia Roth, Leonardo Sbaraglia y Camila Sosa Villada.
¿De dónde surgió la idea de crear una obra como Amor de cuarentena?
En realidad surge un poco los primeros días del aislamiento. Yo estaba en comunicación con Nacho Cardozo, un productor uruguayo que estaba por adquirir los derechos de una obra para hacer allá y se complicaba por la situación que todos estamos viviendo. Él me comenta que veía en esos primeros días de la cuarentena mucha reaparición de afecto, del pasado en su vida personal y en otra gente por lo que me propone escribir como una serie de correspondencia o de mensajes de "un ex amor que vuelve". Hacer como una especie de folletín por entrega o una suerte de historia de vínculo ficcional con el espectador que escucha.
En principio, dudé un poco pero al mismo tiempo, también me ocupé de mis cosas. Yo estaba por ir a España en esos días, se suspendió por suerte. Como otros proyectos, esto quedó trunco, como a mucha gente le pasó y acepté la propuesta porque quería ocupar la cabeza en algún proyecto. Después pensé, al mismo tiempo que en esos días había mucha circulación de malas noticias por WhatsApp o de mala información, o lo que fuera. Me parecía que podía ser algo grato que empezaran a circular estos mensajes amorosos o tiernos. Podían ser agradables. Por supuesto que no reemplazaban para nada lo teatral sino que era ir probando mientras tanto. Me parece que es lo que estamos haciendo muchos, estamos intentando ver formas de seguir generando mientras vuelven las formas que conocíamos.
¿Cómo fue el proceso para escribir esta obra?
Yo trabajaba cada día como sin fe porque no sabía. Esto realmente en términos de producción iba a ser factible. Fue lo que hablé con Nacho. Dije: “Bueno, si va a ser factible, si va a funcionar...”(dubitativo) pero como no tenía nada para perder en esos días porque lo que veía alrededor era medio desastroso y también mi situación laboral se había perdido en ese momento. Por suerte yo estoy en una casa, no me tomé ningún avión, pero estaba un poco asombrado y asustado de lo que venía y escribir cada día conectado con la escritura desde lo más simple y también de una manera desprolija con mensajes de audio, con la oralidad, era algo que me sostenía. Me armaba una rutina: vivir un poco, escribir a la mañana eso y a la tarde planear otras cosas. Tenía algo grato, como de primera impresión. Quizá en otros materiales voy revisando más o corrigiendo y acá sentía que había como una marca más imprecisa que tenía que quedar.
Respecto a inclusión y selección de la música, los vídeos e imágenes en la obra ¿participaste de la decisión o fue exclusiva del productor?
No, en realidad todo lo que se hizo en Uruguay, Paraguay, la directora de Uruguay y acá, el director Guillermo Cacace, hacen como una suerte de adaptación. Y cada intérprete pone ciertos elementos propios. Creo que es según el intérprete que vos elegís. Yo en ningún momento señalo. Yo en el texto ponía “música” o “vídeo”, “foto” pero no ponía qué se veía o qué música. Eso lo pone generalmente el intérprete combinado con el director o la directora deciden qué música poner.
Los textos no tienen marcas de género o anclaje geográfico, era algo que pudiese ser un texto maleable a distintas personas. Cada persona pone lo suyo. Entonces no tenía precisión sonora o visual. Yo proponía que a tal momento se escuchase una canción, me parecía que eso era una decisión que tenía que ver con los actores y me gustaba pensar que uno podía estar generando… Para mí no era una obra de teatro sino como una suerte de juguete teatral/actoral para que ellos pudieran intervenirlo.
¿Participaste en la selección de los actores y actrices?
No, pero me van contando quienes pueden ser. Acá el elenco argentino lo armó Cacace con su equipo de producción, con su productora y a mí me pareció que era súper lindo. Yo también hago cine con actores de teatro independiente y pensé que eran figuras que eran súper convocantes y a la vez muy atractivo el camino que tenía cada uno.
Camila Sosa Villada por ejemplo que es escritora, cantante y actriz. Esto además de ser muy diverso, el proyecto juega un poco con el imaginario que uno tiene sobre esas figuras, sobre esas voces también. En ningún caso decido los elencos. Mi trabajo quedó confinado a esos primeros quince días o al primer mes de trabajo (risas). Nada más. Sólo soy testigo de lo que va pasando, nada más.
¿Te imaginaste las sensaciones que podía tener ese otro escuchando lo que vos escribiste?
Me pasó que cuando escuché un primer audio de Uruguay, no seguí escuchando, me dio mucha incomodidad. No seguí escuchando más. Tampoco soy un buen espectador, me cuesta mucho ver las obras de teatro, me incomoda mucho. Pensé un poco sobre eso, pero no imaginé que iba a generar tantas reacciones porque cuando escribía tenía un pensamiento más corto, como nos pasa a muchos en estos días. Pensaba en “¿Esto se hará? ¿Esto será un disparate de un productor uruguayo que se le ocurre hacer esto? Yo estoy acompañando un disparate.” Pero uno siempre tiene esa sensación cuando escribe.
Mi primera pregunta era sobre "si se hará", y bueno si ya se hace es un montón. Me parece que si se hace, en estos días donde todo se derrumbaba, quizás se podía llevar adelante y me parecía increíble. No me imaginaba que iba a pasar eso o que se replicaran las experiencias o que otros países iban a querer hacerla. Me parece súper lindo. Es como tirar una botella al mar. Esto lo siento como me pasó con otras obras que han tenido versión en otros lados. Uno propone algo pero no sabe el camino que va a tener.
¿Por qué te genera incomodidad ver tus obras?
Siempre intento, cuando escribo, armar una ficción con una zona íntima o privada poniendo ciertos elementos personales en juego que están ficcionalizados. Quizá la primera incomodidad es que eso se ha hecho público, algo privado está dentro del orden público. También me pasa que muchas veces disfruto del trabajo actoral de actrices o actores entonces eso hace que me olvide y que desaparezcan un poco las huellas o el recuerdo de la vivencia y ahí la paso un poco mejor pero sino siempre aparece un primer pudor de porqué me animé.
¿Existió una “pre definición” del personaje desde el primer momento en que empezaste a escribir los textos?
Los personajes no tenían ningún género definido y podían ser interpretados por cualquier persona. Era el amor. Si me parece que había un personaje que tenía cierta vulnerabilidad o una necesidad de comunicarse, pero no estaba vinculado a un género. Me lo podía imaginar en diversos cuerpos. Aclaro que eso me parecía lindo, que fuera muy diverso y que esa voz pudiera tomar diversos cuerpos.
¿Qué pensás, sentís o crees que es el amor?
Es algo que quizá uno siente, tratando de definir y casi no se puede nombrar. Para mí el amor es una fuerza, siempre se está como escapando o cuando uno cree que lo conquista, o que lo entiende, se escapa. Al mismo tiempo tiene algo de necesidad. Hay una película de John Cassavetes que se llama Torrentes de Amor y un personaje dice que no sabe que es el amor pero se imagina que es como un torrente que pasa entre la gente, como un torrente sanguíneo.
A mí me gusta pensar eso. No sé qué es el amor pero sé que es esa fuerza. No sé conscientemente pero sé vivirlo o siento que hay algo ahí. Soy creyente en ese sentido. No soy religioso pero soy creyente en esa fuerza o en hacer el bien o ser amable. Todo eso tiene que ver con lo amoroso. También tiene una zona de misterio indefinible para mí.
¿Cuánto tiempo te lleva escribir alguna obra?
Soy muy disperso, súper disperso, entonces escribo de a ratos, voy procrastinando. Hasta que se vuelve insostenible, me preparo un té, después unos mates, después un café (risas) doy las mil vueltas hasta que finalmente escribo. Pero como te digo, soy disperso entonces estoy un rato hasta que me levanto, viene un circulo enorme de dispersión hasta volver nuevamente al texto. Para mí son pequeñas conquistas. Lo que pasa es que escribir también implica no pelearse con la dispersión, sino que todo es escritura. Todo el tiempo que se lleva alrededor del acto fisiológico de escribir, también es escribir.
Todo lo que estuviste pensando en el colectivo, en la calle, también es escribir y después hay materiales que me llevan. Algunas veces pude escribir novelas cortas, pero las novelas tienen un trecho más largo de escritura, re escritura y después hay proyectos que tienen urgencias de entrega. Yo siempre trato de tener un compromiso, incluso con Amor de cuarentena que había algo de “bueno se está probando”, siempre comprometo a una fecha de entrega. Si yo no la tuviese no escribiría. Me cuelgo (risas). Si no la tengo laboralmente, me la invento con amigos y amigas porque siempre tengo a alguien que me está leyendo o corrigiendo.
¿Qué recomendaciones o sugerencias le darías a quienes están empezando a sumergirse en el mundo de la escritura?
Soy medio malo para dar consejos porque siempre he sido esquivo también para recibirlos pero con el tiempo me di cuenta de que ya no soy joven, tiene que ver esto de ser obstinado. Saber que no hay nada que perder, sobre todo en este paisaje que aparece ahora donde lo adverso se manifiesta de una manera tan contundente, que uno haga o no haga da lo mismo, entonces es mejor hacer. También tener destinatarios, es decir escribir siempre para alguien o para que alguien te lea. Me pasa en teatro o cine que también tienen algo muy grande con la comunicación o con un público que va a estar presente. Ir chequeando esa escritura con otres. Siempre que haya alguien que acompañe que hay algo medio solitario en la escritura y está bueno que alguien acompañe en el proceso.
Pero en definitiva, para mí tiene que ver con una necesidad y sin especular. Esa es la clave. Escribir sin esperar. Eso es lo que me sostiene.
Comentarios