Por Manuel Cristancho
Sueño profundo es un juego escénico que experimenta con la poesía, la música y el cuerpo. Una provocación a resignificar las palabras. Ella, sumergida en un viaje onírico, revela sus deseos y temores, desnuda sus prejuicios y cuestiona sus propias acciones como mujer en medio de una sociedad sectaria que condiciona su conducta. Varios relatos se atraviesan en el escenario. Ella los convoca, los describe y a su vez los rechaza. El público sobrevuela esta amalgama de historias que se entrecruzan y producen un nuevo sentido. Una historia más se escribe allí en el encuentro con el público.
Entre dos instrumentos (un teclado y un piano de media cola), con sus particulares y preciosa diferencias, Lemma (personaje central) lee y recita las palabras y composiciones de escritoras y escritores como Anaïs Nin, Silvina Ocampo, Banana Yoshimoto, Julio Cortázar, entre otros. Es un deleite sonoro la textura que se produce entre la genialidad de estos autores, la voz suave y apasionada de la protagonista, y la precisa compañía musical, que además es en vivo. Pareciese que ella juega a su antojo, se mueve a su antojo, recita a su antojo. Pero en realidad, ella es un pedazo de hoja en blanco que se va manchando con las palabras y notas de otros. Un lienzo que se escribe y se modifica en vivo, allí frente a los ojos del público.
Esta obra no sorprende con su relato, sorprende con su juego. Una mujer, un banco, un libro, un cuaderno y un velo rojo. Es lo que anuncia la sinopsis de la obra. Con estos recursos ella danza y reconfigura los escritos, la poesía y a sus pensadores. ¿De qué sirven las palabras en papel? ¿De qué sirve la poesía? De qué se sirve ella, cuando intenta, aunque sea por unos instantes, darle sentido a su existencia.
Ficha técnica: Sueño profundo
Dramaturgia e interpretación: Daniela Lozano
Dirección: Emilse Diaz, Eduardo Meneghelli
Diseño de luces: David Seiras
Fotografía: Ignacio García
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