Por Nayla Vera
Cambios y tensiones donde la razón y lo sobrenatural chocan entre sí. La emancipación femenina en el mundo de las pesadillas.
La bruja (2015) narra la historia de una familia de Nueva Inglaterra, durante el siglo XVII, que es expulsada de la comunidad por fuertes diferencias religiosas y deciden refugiarse en una pequeña granja que limita con un extenso y misterioso bosque. Al poco tiempo cosas extrañas suceden y la familia comienza a presentir que hay una bruja acechando, lo que lleva a sospechar de Thomasin, la hija mayor.
Es la primera película del director Robert Eggers, cuya realización llevó nada menos que 5 años de investigación y recolección de testimonios sobre las brujas y el mundo que transitaban. Ese componente de veracidad y autenticidad atraviesa toda la película, ya que hay un extremo cuidado y dedicación en los detalles que recrean excelentemente la ambientación. Eggers procuró que el equipo no se deje llevar por estereotipos de la época sino que realmente se interioricen en la vida de los personajes. Esto se demuestra en la utilización de luz natural, instrumentos no electrónicos y un trabajo de vestuario confeccionado minuciosamente. Inclusive, la actriz protagonista Anya Taylor-Joy (Thomasin) declaró que, a pedido del director, leyó numerosos libros para meterse en su personaje.
La oscuridad tiene un papel fundamental en la cinta por varias razones. A nivel visual hay un predominio de paletas grises y negras en la composición de los planos, influencia directa de Francisco de Goya y sus famosas Pinturas negras: Rostros desgarradores, huellas, trazos sueltos y mordacidad en las expresiones que juegan con el valor expresivo de lo inacabado. Todo esto recrea el clima fantasmagórico de la película, debido a que la colección de Goya tenía como tema central la brujería y el misticismo.
Para esta familia vivir en la oscuridad es vivir en el mundo de las pesadillas. De las sombras emergen visiones desagradables y puede llevar a lo peor, es por eso que los límites del bien y el mal son un dogma importante para ellos. Y, sin embargo, puede observarse cómo esos límites se quiebran tanto en las acciones de los miembros de la familia, adueñándose de lentamente de de ellos y de los planos, al igual que el predominio de lo oscuro en cada escena. Por otro lado también refleja el miedo a lo desconocido y como esa ignorancia puede desembocar en atrocidades y locuras, o en este caso los distintos pecados que irán cometiendo.
La abundante información que despliega el film no distrae al espectador del tema central: El renacimiento de Thomasin en el mundo de la oscuridad. Los hijos menores de la familia juegan con Black Phillip (un macho cabrío) y le cantan : "Crece una corona en su cabeza, es el Rey de todo, Rey del cielo y de la tierra, Rey del mar y de la arena, nosotros somos tus sirvientes. Black Phillip se come a los leones desde la guarida de los leones". Esto hace una clara alusión a Dios, representado por el león según Apocalipsis 5.5, y al Diablo, que suele ser asociado a las serpientes o el macho cabrío, y según estas breves líneas el diablo puede ganar. La canción anticipa el final, aunque no necesariamente esto es algo negativo. Una lectura atenta y comprensiva es suficiente para advertir que el giro argumental produce la liberación de Thomasin, es decir, una vida sin ataduras y acogida por un aquelarre al que ingresa decidida y voluntariamente, siendo su primer acto de independencia.
Black Phillip deposita delante de Thomasín el libro que debe firmar y le pregunta : “¿Quieres vivir deliciosamente, probar el sabor de la mantequilla, usar un lindo vestido…?” Ella acepta, y entrega su vestimenta para sellar el acuerdo. La escena en cuestión es importante por dos motivos: La desnudez alude al pecado, tema que aborda toda la película y que mejor se refleja hacia el final. Y por otro lado invierte el “vivir pecaminosamente” por “vivir deliciosamente”. Eggers fue atento en mostrar esto en la maduración del personaje, donde en las primeras escenas la protagonista se muestra preocupada, triste y sumisa, en contraposición con su imagen final, relajada, poderosa y riendo; lo que también se refuerza en el color, pasando de tonos fríos a cálidos.
La película abrió la puerta a numerosas interpretaciones y análisis, respaldadas por detalles históricos del director. Por ejemplo, una teoría que ha circulado mucho fue si todo lo que se vió fue real o producto de alucinaciones a causa del hongo que pudría las cosechas de la familia. Es necesario recordar que la historia transcurre antes de los famosos juicios de Salem, los cuales se llevar a cabo debido a la ola de enfermedades que azotó las aldeas y creó una paranoia social donde se creía que los enfermos fueron hechizados por brujas. Tiempo después se descubre que había un hongo en los alimentos que producía numerosos síntomas, entre ellos fuertes alucinaciones.
La tensión entre folclore y modernismo, se traduce en las múltiples explicaciones y teorías sobre el final: Hechizos de brujas o alucinaciones por hongos, pueden tratarse de un guiño del director en el pasaje de una época a la otra, la oscuridad tan estigmatizada y temida por la familia es la liberación y renacimiento de Thomasin, una vida de posibilidades infinitas frente a lo “conocido” o “seguro”; como también abordar la relación entre los seres humanos y el mundo sobrenatural, un descreimiento a esa noción de racionalidad pura y perfecta. En la subjetividad artística e inconsciente colectivo aún persistían estas lógicas y relatos. Vestigios del mundo de la oscuridad se filtraron en el naciente mundo moderno y hasta nuestros días inclusive.
La figura de las brujas ha recobrado protagonismo y reivindicado fuertemente, en mayor medida, por la ola feminista que atraviesa el mundo entero. Leyendas y panfletos con frases como “Somos las nietas de las brujas que no pudiste quemar”, el desnudo como forma de protesta y visibilización, críticas a la iglesia y su persecución a las mujeres, una relectura de la historia y de quiénes fueron las brujas. En este marco se puede ver el final de Thomasin como un final feliz, acorde a los tiempos actuales y que, a pesar que la inquisición primero y luego el racionalismo hayan hecho cuanto pudieron por erradicar a las mujeres y las brujas como un actor social activo y en escena, los tiempos cambiaron y algo de ese mundo mágico y enigmático buscó la forma de subsistir desde las sombras, la oscuridad, y el abandono, para cobrar valor y alzar su voz en las nuevas generaciones.
La noción del “aquelarre” remueve sentimientos de colectividad y hermandad entre mujeres y a su vez supone un lugar seguro y confortable. Frente a las adversidades que pasan las mujeres día a día, encontrar un grupo lleno de contención y acompañamiento produce una identificación automática con Thomasin riendo sobre final cuando entra al aquelarre y levita con el resto de las brujas.
En un contexto como este el nombre de una de los grabados de F.Goya es sumamente representativo y acertado para dimensionar la fuerza y presencia de estos seres, que se resguardaron en lo más inhóspito e inusual para resistir : “El sueño de la razón produce monstruos”.
Ficha técnica: La Bruja
Nombre original: The Witch
Año: 2015
Duración: 1h 33 min
Dirección y guión: Robert Eggers
Música: Mark Korven
Fotografía: Jarin Blaschke
Montaje: Louise Ford
Elenco: Anya Taylor-Joy, Ralph Ineson, Kate Dickie, Harvey Scrimshaw, Ellie Grainger, Lucas Dawson
Producción: Jay Van Hoy, Jodi Redmond, Daniel Bekerman, Lars Knudse y Rodrigo Teixeira
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