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Foto del escritorFrancisco Martínez Córdoba

West Side Story: canto y territorio

El 9 de diciembre del 2021 llega a los cines argentinos la remake de West Side Story (1961, Jerome Robbins, Robert Wise), dirigida por Steven Spielberg y escrita por Tony Kushner.


Una remake siempre cuenta con cierta amenaza de ser solo una cita del material original. Nada más lejos, sin embargo, para este melodrama-musical que se permite una actualización de la temática. Con esto nos referimos a que, más allá de que el género musical es una tradición en Hollywood, (aunque lo primero que se le puede adjudicar es el escapismo en el que vive), el film exhibe algunas de las características del modo de hacer contemporáneo (personajes ambiguos, desconocimiento de la identidad propia, pasado fragmentado que busca articularse en el presente), donde el género se reactualiza.


Se trata entonces, ya no de un escapismo del verosímil, sino de un escapismo de la sociedad que vapulea a los marginados. El canto y el baile, más que un elemento del género, aparecen como un sentimiento de identidad y pertenencia colectiva. Es decir, en su lugar más arcaico. Y quizás a esto se refirió Gilles Deleuze cuando en una conversación con Claire Parnet dijo: "(…) canturreo en tres ocasiones: canturreo cuando recorro mi territorio (…) canturreo cuando no estoy en mi casa e intento volver a mi casa, cuando cae la noche, a la hora de la angustia (…) Y además canturreo cuando (…) salgo de mi casa para ir a otra parte, pero ¿adónde? (…) Entro en mi territorio, o intento entrar, o bien me desterritorializo, es decir, me marcho, abandono mi territorio".


Si tomamos en cuenta que la acción transcurre en un barrio moribundo de Nueva York en la década de 1950, donde las riñas de dos pandillas dan lugar a edificios que amenazan con borrar sus territorios y sus identidades, resulta natural, entonces, que entendamos el escenario como una frontera. Frontera, en el sentido (western) de un territorio en constantes transformaciones, pero también en el sentido del deterioro de la identidad -del espacio- que constituye a las pandillas. De un territorio que genera personajes de morales ablandadas tales como Tony (Ansel Elgort), quien efectúa los actos más inocentes, pero también los más temibles en busca de redención; o personajes fragmentados como Riff (Mike Faist), quien siente su única identidad (el territorio de la pandilla) amenazada por las edificaciones y los rivales. Puesto que las obras en construcción que se exhiben, y los carteles publicitarios de cómo se verán luego, ejercen una disipación del pasado común.



Escape, frontera, identidad, territorio, cada uno de ellos parece sinónimo de un mismo sentimiento colectivo. ¿Cuál otro puede existir en una pandilla con valores de hermandad? El canto, el baile, es un lugar de resistencia a la sociedad y lo xenófobo. Es también la conexión con un interior propio cuando se está en tierras movedizas y en construcción, porque cada integrante necesita el calor del otro para afrontar el destino.


Al igual que como escriben Deleuze y Guattari, en Mil mesetas – Capitalismo y esquizofrenia, sobre perderse: “Un niño en la obscuridad, presa del miedo, se tranquiliza canturreando (…) Esa cancioncilla es como el esbozo de un centro estable y tranquilo, estabilizan y tranquilizan, en el seno del caos (…) mantiene una relación esencial con lo Natal, con lo Originario (…) pues un medio existe gracias a una repetición periódica, pero ésta no tiene otro efecto que producir una diferencia gracias a la cual de ese medio se pasa a otro medio”. Se trata entonces, de un territorio de identidad, pertenencia y seguridad, de la creación de ambientes y territorios diferenciados del mundo, es decir, del barrio en ruinas.


Sin embargo, ¿qué lugar le queda al escenario? El de un todo, un gran todo, palpable, vivo y pequeño, que ahonda en el lugar común y su emoción. Utilizado de manera intensiva por actores y actrices que sobrepasan el límite (el de la frontera, podemos considerar) al presentar aspiraciones llenas del sueño americano, o melancolías y frustraciones parodiadas. Sus fantasías aspiran, en el canto y el baile, a un más allá del territorio: pero siempre en compañía de un otro. El movimiento es llevado hasta el fin de las consecuencias, lo estático parece sinónimo de muerte. Y sin ir más lejos, el final es una caminata silenciosa que se desaparece del plano.



Escape, frontera, identidad, territorio/escenario/canto. Añadimos: memoria, ¿de qué? El hecho de ser una remake, ya de por sí, retrabaja el pasado para implementar los modos de hacer contemporáneos. Más allá de que el relato es encarnado por el contexto y los personajes, el film muestra una reivindicación del pasado: observa los escombros de las obras a medio terminar y destapa planos y técnicas propias del Hollywood clásico. Destapa citas de un estilo de época del melodrama. Y, si consideramos que son planos y técnicas aislados, podemos colocarlos -incluso- en cierto lugar marginal. Marginal como el encuentro secreto de Tony y María (Rachel Zegler) detrás de las gradas y el mundo.


Por lo tanto, el pasado que la película reivindica, es también marginal: puesto que se trata de un amor prohibido, puesto que los personajes añoran el origen, el pasado, sean las raíces familiares, la nación o la pandilla. Y puesto que el estilo de época del Hollywood clásico, corresponde a una etapa terminada que salta a la vista.


El film añade estas técnicas del pasado y las exhibe con amor, pero también consciente de su extrañeza y descolocación. La memoria, entonces, es la de una constante vuelta al origen, a los escombros, donde los protagonistas se enamoran como si se conocieran desde siempre, de algún pasado remoto. Y esto es también, lo contemporáneo: el pasado como impulso del presente.


El territorio es exhumado desde el canto y el baile. Reaparece como un sentimiento de pertenencia, pero transformado en preso del movimiento, una frontera elástica en constantes disputas, donde lo estático y lo silencioso son sinónimos de muerte.



Ficha técnica-artística: Amor sin barreras

  • Título original: West Side Story

  • Dirección: Steven Spielberg

  • Reparto: Ansel Elgort, Rachel Zegler, Corey Stoll, Brian d'Arcy James, Rita Moreno, Ariana DeBose, David Alvarez, Mike Faist, Curtiss Cook, Jamie Harris, Ana Isabelle, Ben Cook, Maddie Ziegler

  • Guión: Tony Kushner

  • Basada en: West Side Story (1961)

  • Música : Leonard Bernstein, David Newman

  • Fotografía: Janusz Kaminski

  • Montaje: Michael Kahn

  • País: Estados Unidos

  • Año: 2021

  • Género: Drama, romance, musical

  • Idioma: Inglés, español

  • Producción: Kristie Macosko Krieger, Kevin McCollum, Stacey Sinder, Steven Spielberg

  • Productora: 20th Century Studios, Amblin Entertainment, Amblin Partners

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