Con funciones los domingos de entrada libre y gratuita, la segunda entrega escrita y dirigida por Gabriel Gavilá propone en su trilogía una puesta experimental tanto para la temática como para el espectador.
Si en Chicos Lindos (que presenta su última función el viernes 19 de noviembre) prevaleció un discurso altamente comunicativo, aunque restringido por la plataforma Zoom, en Chicos Feos se retoma con vivacidad el escenario desde el momento en que indican las butacas. Puesto que director, actor y acomodador pasan a ser parte de un todo -genuino- de igual protagonismo.
Director como actor, actor como acomodador, cada uno habitando unos patines y la música estallada de festividad, dan una suerte de preludio de lo que la obra tiene para ofrecer: un espacio de festejo pero, también, de cuestionamiento. Un verdadero espacio de contrastes de lo que es emotivo y lo que es ridículo, de lo que genera empatía y lo que no. Y sin embargo, por sí solos -apartados- no dicen nada, salvo quizás, que pertenecen a un algo más, a un todo. Parte de un todo y no de un individualismo, de una exposición y no de una frustración ante los estándares de belleza, que sin ser explicitados, sondean el detrás de escena.
Sin duda la obra deja en claro que las convenciones del teatro (y las correspondientes expectativas clásicas), están hechas a un lado. Aunque más allá de divertirse por fuera de los límites ridiculizados, lo que Chicos Feos demuestra es que se trata de una obra que no puede ser desglosada en búsqueda de un significado superior. Así como tampoco pueden desglosarse a los actores-personajes que van de un lado a otro como marionetas del director, que por momentos se desaparecen del disfraz y se muestran genuinos, pero también rebeldes, contra el verticalismo cómico-opresivo que encarna la figura del director. Y su figura no es casual, tampoco inocente. Sin ir más allá, es quien dice ser: el director. El que obliga a cumplir roles y se encapricha con las desobediencias, quien decide lo que se debe decir y lo que no. Una figura metafórica de aquello que se impone y censura en lo masculino, pero que sin embargo, se dirige al público, burlándose de lo que esperan (o quieren) escuchar y ver.
El significado superior, aunque no exactamente novedoso, se encuentra en el propio escenario, en la relación entre espectador-actor. Entre quien juzga y fragmenta, y entre quien se expone y se enoja con una sombra de cabezas. Donde predomina, por sobre todo, la identidad.
Chicos Feos es, quizás, el sentimiento de dejarse llevar, de exponerse en cierta honestidad, pero rechaza el tono lastimoso para, en cambio, cuestionarlo y reducirlo a una esencia de artificialidad. La pregunta la vuelven explícita ellos mismos: ¿dónde empieza el artificio y dónde la emoción honesta? Quizás en una frase del final, bastante hermosa de escuchar, que podría verse tanto a modo de una aceptación entre los personajes-actores, como una frase que mira al público. A fin de cuentas, Chicos Feos (al igual que quizás cualquier festejo o cuestionamiento), busca una reacción en el público sentado en la oscuridad.
Domingos 20hs en el Espacio Artístico “La Sodería” (Vidal 2549, CABA). Las entradas para el espectáculo son libres y gratuitas (sistema a la gorra), con reserva por Alternativa Teatral.
Ficha técnica-artística: Chicos Feos
Autoría y dirección: Gabriel Gavilá
Reparto: Danny Gabriel Pérez, Nahuel Gordillo, Aronix Morales, Juan Felipe Pelaez, Rubén Quintero, Javier Roldan, Juan Rubio, Leandro Sturla, Gabriel Gavilá :
Asistente de dirección: Iván Jaimes
Musicalización:Joaco Balverde, Gabriel Gavilá
Stage Manager: Joaco Balverde
Diseño de iluminación: Lucas Ontivero
Diseño vestuario y escenografía: Ileana Vallejos
Realización de escenografía: Marcelo Arenas
Realización de vestuario: Ileana Vallejos, Leandro Sturla
Maquillaje: Melina Acuña
Dirección fotográfica: Alexis Losada
Comunicación visual: Leandro Sturla
Prensa: 0KM Prensa
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