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Ojos de arena: la frialdad de una ausencia

Con estreno en cines este 24 de junio, el film de Alejandra Marino muestra la atmósfera de una red de trata y de silencio.

Invierno, Buenos Aires, frío, y la sugestión -la gran sugestión de las primeras escenas- de que el hijo de Carla (Paula Carruega) y Gustavo (Joaquín Ferruci) fue secuestrado por una red de la trata. La fatalidad se siente en el aire, la desesperanza de un punto sin retorno, donde la iluminación acentúa no sólo el frío, sino también el calor de la desesperación y una pista que se deshace con cada minuto transcurrido.


El título, Ojos de arena, demuestra ser el más adecuado para definir el dolor que fue robado de su forma y para reconocer que las vías de la trata no se encuentran lejos ni tampoco en otro plano, sino escondidas en la arena de los ojos. El comienzo del film ya deja en claro los colores fatales: caras de piedra, voces duras, la música suave y lúgubre de Pablo Sala con cierta acentuación en los primeros planos, la búsqueda a ciegas, junto con la iluminación fría de las escenas: dejan ver lo que es, y no, lo que podría ser un reencuentro familiar.



Y la ausencia de la policía junto con la sugerencia -la gran sugerencia- de estar también involucrada en la red de trata, no hace otra cosa que confirmar el panorama lúgubre que es pintado a lo largo de la película: ¿Un nombre? Te puedo dar miles: policías, militares, curas… Nunca en tu puta vida vas a encontrar a tu hijo” dice Horacio (Manuel Callau). Desde el principio, las personalidades de los personajes son detalladas a través de sus relaciones y la forma de encarar -y entender- una misma situación. Llegado el punto en que la pequeña pista conseguida en una red social se agota y desemboca en compartir casa con un matrimonio, Horacio e Inés (Ana Celentano), cuya hija también fue secuestrada.


Los cuatro personajes se encuentran entonces en un letargo compartido en que -valiéndose de las actuaciones- muestran actitudes, comportamientos, gestos, formas de sobrellevar y solucionar el vacío de maneras notablemente características y, por lo tanto, diferenciadas. Sus rasgos atraviesan la pantalla para hacer sentir la indiferencia, el enojo, la pasividad, la tranquilidad e intranquilidad, así como la no-emoción sobre lo que es conocido, inabarcable y peligroso. Aunque en ocasiones el tono de la misma se encuentre por encima de lo requerido, haciendo que los diálogos y expresiones faciales se sientan acentuadas de más.


Ojos de arena podría considerarse, entonces, un film novedoso no tanto por la temática, sino por el armado y perspectiva desesperanzadora que se genera en Carla y Gustavo, donde -ante la ausencia de la policía- sus únicas herramientas para encontrar al hijo son las preguntas, la paciencia, y la suerte. Lo oculto dolorosamente a simple vista, como arena en los ojos -siempre presente y sin poder sacarla del todo-, se muestra como el tono dominante hasta casi los últimos minutos, ahí mismo donde reside la posibilidad mínima y el cierre de fondo negro y letras blancas que leen:


“Dedicada a les niñes buscados y a sus familias”.



Ficha técnica-artística: Ojos de arena

  • Dirección: Alejandra Marino

  • Reparto: Paula Carruega, Ana Celentano, Joaquín Ferruci, Victoria Carreras, Manuel Callau

  • Guión: Marcela Marcolini, Alejandra Marino

  • Asistente de Dirección: Claudia Matallana

  • Dirección de Arte: Ana Julia Coquet

  • Diseño de Sonido y Música: Pablo Sala

  • Sonido Directo: Luciana Migliano

  • Maquillaje: Flor Canals

  • Dirección de fotografía y cámara: Connie Martin

  • Montaje: Liliana Nadal

  • Vestuario: Laura Vega

  • País: Argentina

  • Año: 2021

  • Idioma: Castellano

  • Duración: 93 minutos.

  • Producción: Alandar SRL

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