Por Caterina Niello
Las manos en la tierra, las abejas en su miel, la selva verde canta. Mientras, la basura llega al río, las violencias se reproducen, el hambre llega a los hogares. ¿Qué hacer para parar este ciclo? El documental Sintientes, dirigido por Juan Baldana, explora varias iniciativas de consumo consciente, en armonía con la naturaleza, que se llevan a cabo en la ciudad de San Francisco, provincia de Jujuy.
A través del registro de diversos talleres y los testimonios de pobladores, la película muestra una “alternativa social de desarrollo y prosperidad” por el bien de la comunidad. Entre las bellas imágenes del norte argentino, se puede ver un grupo de personas que toman la iniciativa para mejorar su calidad de vida, al mismo tiempo que reducir el impacto negativo generado en el ambiente. Con huertas orgánicas y casas de adobe, hasta las tinturas naturales y separación de residuos, se propone un nuevo (aunque no novedoso) paradigma: volver a la reciprocidad ancestral entre comunidades y ecosistemas.
En el libro Desposesión: lo performativo en lo político, Judith Butler y Athena Athanasiou, dos grandes exponentes en política y teoría queer, discuten sobre el concepto de desposesión. Una de sus definiciones es “lo que sucede cuando las poblaciones pierden su tierra, su ciudadanía, sus medios de supervivencia”. En el mercado capitalista, la desposesión significa “la violenta apropiación del trabajo y el agotamiento de los cuerpos laborales y no-laborales”. En este sentido, las autoras la entienden como una idea fuertemente ligada al concepto marxista de alienación, que opera en dos líneas: les trabajadores pierden la habilidad de control sobre sus vidas y, al mismo tiempo, no poseen la conciencia de esta pérdida, al ser convencidos que su libertad es un derecho inalienable.
La desposesión, como un modo de separar a la gente de los medios de supervivencia, explican Butler y Athanasiou, “no es solamente un problema de privación de tierra”. Las tierras aborígenes históricamente usurpadas, las ventas de espacios públicos para negocios inmobiliarios o la quema de bosques nativos para la explotación minera, son, todos, ejemplos de desposesiones, pero también lo es la violencia discursiva del capitalismo, que convenció durante años a las población que un tomate con pesticidas era mejor que un tomate de tu propia huerta. Aún si crees tener tierra, si no la usas para ser más libre, estás privado de ella. La tierra es, como dice el lema, de quien la trabaja.
Ante este panorama, aparece una propuesta y es la que retrata el documental: la Economía Empoderativa. Dedicada a comercializar productos, servicios y arte, desde una consciencia permacultural, cuyos beneficios se destinan a capacitar a comunidades emergentes que puedan, luego, crear micro-empresas sostenibles. No se trata solamente de producir la propia comida, sino también medios de ocio y otros bienes intercambiables. Por eso entre los talleres se encuentran los de tejido, cerámica e instrumentos musicales, con la idea de que esos trabajos, además de un medio de sustento, sean disfrutables.
Sin embargo, según las filósofas feministas, la desposesión va más allá de nuestra relación con la tierra y el trabajo, ya que opera como un aparato autoritario y paternalista, cuya lógica está calada en nuestros cuerpos. No solo a través de matrices normativas, sino también a través de prácticas raciales, de género y de sexualidad, entre otras. En este punto, el documental tiene uno de sus momentos más fuertes: se aleja del registro a los talleres brindados por personas de otras provincias y países, para transmitir las voces de las mujeres locales. Ellas, mayores y trabajadoras, testimonian el maltrato recibido desde su juventud, solo por ser mujeres, y, además de exigir respeto, valoran haber aprendido un oficio que les de trabajo y las libere de la dependencia económica. Casamientos prontos, pérdida de identidad, maridos que las rebajaban a meros animales, todo eso y más vivieron, pero ahora mantienen la esperanza para futuras generaciones con mayor equidad.
Si es necesaria una resistencia política a la violencia de la desposesión, si son necesarios actos de resistencia ante el neoliberalismo que asigna lugares y desecha personas ¿qué lógica de la posesión se puede crear? En principio, rechazar esos lugares asignados, no rendirse, no ceder. Sintientes muestra claros ejemplos de un camino a seguir, a través de un consumo consciente, con producción local comunitaria. Apropiarnos de nuestros propios cuerpos, apropiarnos de nuestras propias tierras, en sintonía y respeto con la naturaleza.
El documental podrá verse por la plataforma Puentes de Cine y todo lo recaudado con la venta de entradas se donará al pueblo de San Francisco, en la provincia de Jujuy. Desde Revista Varda nos sumamos a la causa y sortearemos dos entradas online, ¡sigannos en Instagram y Twitter para participar!
Ficha técnica-artísticas: Sintientes
Dirección y cámara: Juan Baldana
Guión: Alejandro Kretschel, Juan Baldana
Idea y producción: Alejandro Kretschel
Música : Charo Bogarín, Pablo Sala
Diseño de sonido: Pablo Irrazábal
Voz: Charo Bogarín
Dirección de Fotografía y cámara: Javier Grufi, Gastón Delecluze
Montaje: Manu Peña, Juan Baldana
País: Argentina
Año: 2020
Género: Documental | Sustentabilidad
Duración: 88 minutos.
Idioma: Español
Producción ejecutiva: Julieta Saroba
Diseño de producción: Maxi Yunes
Productora de campo: Gabi Duque
Producida por: ANIMALIA CINE y WAO FILMS
コメント